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Actualizado: 5 de junio de 2025


¡Hum! he ahí una cuestión difícil de resolver. Los filántropos responderían: ; los misántropos: no. Con todo ¿su opinión, tío? No he pensado nada al respecto. Sin embargo, como hallo que la Providencia hace bien cuanto hace, voto por la perpetuación de la humana especie. Entonces, tío, no sois consecuente con vuestras ideas, cuando criticáis el matrimonio. ¿Ah, ? dijo mi tío.

Entra en este parage muy furioso, Que de peñas y riscos altos viene. En él entra otro rio con reposo, Que al parecer entrando se detiene; Al cual San Salvador llamó Gaboto, Antes que de los indios fuese roto. A dos leguas entra otro, que es nombrado El Rio Negro, que Hum tenia por nombre. Aquí en nuestros tiempos se han hallado Pescados semejantes mucho al hombre.

¡Oh! no, no, señora exclamó la señora de Aubry aplaudiendo esta atrevida metáfora. El honor y la gloria son muy bellos en las novelas; pero yo prefiero con mucho un buen carruaje. , ciertamente, y es lo que decía esta mañana al general, al venir hasta aquí: ¿es verdad, general? Hum refunfuñó el general, que jugaba tristemente en un rincón, con el antiguo corsario.

¡Hum! exclamó el duque de Lerma ; nunca hubiera creído posible que este caso llegase para . Vos tenéis la culpa. ¡Yo! Vos me habéis dejado conocer tales cosas, que me habéis curado de espanto. ¿Y qué cosas son esas?

No... está... en... su... cuarto... ¡Voy a hablarlo! Mande ensillar, primero. ¡Qué se van a ir a esta hora y con «esta» calor! ya vuelvo... miren qué trabajo agregó alejándose. ¿Dónde está don Melchor, Ramona? Yo no . ...Hum... conque... no... ... ¿eh? ¡Oh!... Y si no ... ¿qué quiere que le haga?... Andará por ahí... ¿Por dónde?... ¡diga... le digo! ¿Y no le digo que no ...? Búsquelo.

No quiero que una sobrina mía adquiera hábitos y maneras, que si se pueden excusar hoy por sus pocos años, mañana la podrán hacer pasar por... ¡hum! ¿Por qué, tío? El señor de Pavol tuvo un violento ataque de tos. ¡Hum! por una mujer criada en las selvas, o algo por el estilo. Y tal apreciación no iría muy descaminada, puesto que el Zarzal y una selva son la misma cosa.

Los warangales dijo Van-Horn, levantándose . ¿Cómo se atreven a llegar tanto aquí esos perros salvajes? ¿Qué os parece, señor Cornelio? Algún perro hambriento respondió el joven. ¡Hum! No me parece eso. Pues ¿qué creéis que sea? Tal vez una señal. Pues a me han parecido esos aullidos naturales. ¿Veis algo? No. En aquel instante se oyó de nuevo el aullido, pero más cercano.

Don Andrés contraía su cara arrugada con una sonrisa de viejo fauno. Aquellos juegos le rejuvenecían. ¡Hum, señora! que va la cosa a todo vapor. Está que arde. Cáselos usted pronto; mire que si no, podemos dar mucho que reír a Alcira. Y todos se engañaban.

¡Diantre! ¡no había pensado en eso!... Y yo, un viejo lobo, me pongo tan turbado como ella. Habrá que avisar al ebanista digo. Mi querido Jorge dice ella con importancia; perdóname si creo que entiendo el asunto mejor que . ¡Hum, hum! le digo, amenazándola con el dedo, porque mi mayor placer ha sido siempre plantar en el banquillo su pudor de solterona.

El confesor continuó con una sonrisa dulce: Y ese señor ingeniero que te ha trastornado el seso, será poco más ó menos como tu tío el médico. ¡Ay, no, Padre! se apresuró á decir Pepita aprovechando la ocasión para defender á su novio. es muy buen católico: me lo dijo el otro día cuando hablamos en el jardín. ¡Hum, hum! tosió el jesuíta ¿Dónde ha estudiado?

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