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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


Mejor fuera manejar la azada o el pico que abrir y cerrar sin tregua las tenazas abrasadoras, que además de quemar los dedos, la mano y el brazo, cansaban dolorosamente los músculos del hombro y del cuello.

Después, volviéndose a derecha e izquierda, busca un apoyo para su cuerpo. Apóyate contra dice él. Y ella deja caer su cabeza sobre el hombro de Juan.

Cuidado.... Anda delante de nosotros.... Cuidado, te repito.... Mira que voy detrás observando lo que haces. Púsose de nuevo en marcha la familia, precedida por la Nela. Lili miraba a su ama por encima del hombro de la Nela, y parecía decirle: «¡Ay, señora; pero qué boba es usted

A los oídos de Mario no llegaban estos juicios de sus compañeros. Sólo el rumor del público y de sus amigos le traían elogios y plácemes. Los miembros del jurado se mostraban con él deferentes y afectuosos, le ponían la mano sobre el hombro, le decían palabritas lisonjeras.

Las lágrimas debieron agolparse en mis ojos, supongo, porque con un impulso de súbita simpatía, una explosión de ternura femenina que vibraba tan fuertemente dentro de su noble ser, colocó su mano cariñosamente sobre mi hombro y dijo, en una voz tranquila, serena y baja: No podemos revocar lo pasado, ¿para qué entonces pensar en ello? Proceda como le pedí en mi carta que lo hiciera.

Allí había ido a parar el brazo de Nicolás, y ahora se ocupaban los doctores en extraer una bala del hombro de un montañés del Harberg, de rojas patillas, para lo cual hacían a éste anchas incisiones en forma de cruz en la espalda, cuya carne se estremecía, y de los velludos costados del herido la sangre corría hasta las botas. ¡Cosa extraña!

Cuando Dunstan Cass le volvía la espalda a la choza, Silas Marner no estaba ni a cien pasos de allí. Volvía penosamente de la aldea. Una bolsa cargada al hombro le servía de sobretodo, y llevaba una linterna de cuerno en la mano. Sus piernas estaban cansadas, pero su espíritu, que no presentía ningún cambio, se sentía ágil.

Temible campeón, comentó el príncipe; pero ya se adelanta el bravo de Morel, á pie y espada en mano, arma en que es quizás el más diestro de nuestro reino. Los combatientes se acercaron llevando al hombro y asidas con ambas manos las enormes espadas de combate.

Serían las doce por filo de una, en que don Roque había rebasado con tres cuarterones más la tasa de seis que ordinariamente se imponía, cuando las cinco columnas de la confitería de la Morana salieron en apretada cadena hacia sus domicilios. Cerraba la marcha Marcones, con el fusil al hombro.

Pero ¡nos vamos a arruinar, nene! suspiraba ella, posando la cabeza en un hombro del amante . no tienes dinero para tanto. Maltrana protestó. El trabajaría. ¿Y para quién era todo su dinero?... Para su Feli, para su gorrera graciosa, que lo había abandonado todo; siguiéndole a él, pobre y feo. ¡No digas eso!... suspiraba ella . eres el hombre más guapo de Madrid, el que más sabe.

Palabra del Dia

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