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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Ante la puerta del establecimiento se detuvo para mirar á su interior. Por ser ya la hora de la cena, el público había menguado. Los más de los parroquianos estaban en sus viviendas, sentados á la mesa, y solamente una hora después volverían á agolparse junto al mostrador. Un gaucho viejo tocaba la guitarra mirando la panza de un cocodrilo de los que pendían del techo. Los tres huéspedes de Manos Duras escuchaban atentamente.

Los curiosos pasaban indiferentes ante las primeras mesas de juego, para agolparse en torno de la última, la del «treinta y cuarenta», al pie de un gran cuadro en el que tres buenas mozas desnudas, sobre un fondo de arboleda obscura igual á los jardines de Boboli, representaban Las Gracias florentinas. Allí estaba el fenómeno.

Un nombre empezó á sonar de boca en boca: «Joffre... JoffreSus primeros retratos hicieron agolparse á la muchedumbre curiosa. Desnoyers lo contempló atentamente: «Tiene aspecto de buena personaSus instintos de hombre de orden se sintieron halagados por el aire grave y sereno del general de la República.

Las fieras enardecidas volvieron a agolparse en la verja, mientras la ingenua fraulein les volvía la espalda y se arrodillaba en la alfombra para juguetear con el pequeñuelo, mostrando la blancura de sus medias repletas de carne firme, la curva pecadora de su falda abombada por ocultas esfericidades.

El pueblo comenzó a agolparse con su estúpida curiosidad a las puertas del palacio, y a poco una larga hilera de coches ocupaba toda la calle, suspendían un momento su pausada marcha, abríanse y cerrábanse con estrépito las portezuelas, y bajaban encopetados señorones, aristocráticos gomosos y damas elegantes; venían estas de trapillo, mirando a todas partes, entre asustadas y curiosas, y abrazaban a Currita haciendo exclamaciones de sorpresa, de indignación, de entusiasmo y de lástima.

Las lágrimas debieron agolparse en mis ojos, supongo, porque con un impulso de súbita simpatía, una explosión de ternura femenina que vibraba tan fuertemente dentro de su noble ser, colocó su mano cariñosamente sobre mi hombro y dijo, en una voz tranquila, serena y baja: No podemos revocar lo pasado, ¿para qué entonces pensar en ello? Proceda como le pedí en mi carta que lo hiciera.

Palabra del Dia

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