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Actualizado: 12 de junio de 2025


¿Por qué vino tu imagen a mi memoria, Stella, alma, dulce reina mía, tan presto ida para siempre, el día en que, después de recorrer el hirviente Broadway, me puse a leer los versos de Poe, cuyo nombre de Edgar, harmonioso y legendario, encierra tan vaga y triste poesía, y he visto desfilar la procesión de sus castas enamoradas a través del polvo de plata de un místico ensueño?

Godfrey, sin embargo, no reparó en aquel movimiento y se dejó caer en su sillón. Juana ya estaba en la puerta con la hirviente caldera. Decid que se retire, ¿queréis? repuso Godfrey. Y cuando la puerta se volvió a cerrar, trató de hablar con más claridad.

Sacaron los vasos de leche blanca, espumosa, tibia, rebosando de los bordes con hirviente oleada. Ofreció Penáguilas el primero a Sofía, y los caballeros se apoderaron de los otros dos. Teodoro Golfín dio el suyo a la Nela, que abrumada de vergüenza se negaba a tomarlo. Vamos, mujer dijo Sofía no seas mal criada: toma lo que te dan. Otro vaso para el Sr. D. Teodoro dijo D. Francisco al criado.

Las olas rompían en el baluarte con estrépito y muchas veces saltaban por encima del muro y mojaban el suelo. Los jóvenes se detuvieron fascinados por aquel imponente espectáculo: quedaron inmóviles frente á la hirviente llanura, olvidando en un punto sus penas. Al cabo Soledad profirió: ¡Qué tiempo tan duro!... Ayer tenía cerco la luna. Uceda guardó silencio.

Jugueteando se erguían y volvían á caer al agua, produciendo un poco estrépito y formando una hirviente sima. Su familiaridad llegaba al punto de tocar la embarcación, las pequeñas lanchas. ¡Confianza imprudente, que tan cara les costara! En menos de un siglo la grande especie de la ballena ha desaparecido casi. Sus hábitos, su organismo son idénticos á los de nuestros herbívoros.

La sultana que imponía leyes al adormecido Océano en la caña de su timón, era la humilde esclava del potente monstruo de los mares, que despertaba de su letárgico sueño revolviendo en sus convulsiones inmensas montañas de hirviente espuma, atronando el espacio con sus potentes mugidos. ¡El día cuatro no tuvo crepúsculo! El paso de la claridad del día á las tinieblas de la noche fué momentáneo.

La pobre niña mira la hirviente espuma que forman los jugos del gogo con la infantil complacencia de la que eleva blancas burbujas de jabón. En su sonrisa hay, sin embargo, un no qué difícil de explicar.

En vano llamó una vez y otra vez que le trajesen como todos los días: Ancha bandeja con tazón chinesco, Rebosando de hirviente chocolate.

Tus frases de amor llenas, desbordaron, rompiendo de mi calma las frágiles cadenas, un mar de hirviente lava por mis venas y otro mar de delirios por mi alma. ¡Perdóname, bien mío...! Pusieron contra del alma mía en el volcán impío, su amor la alondra, su murmurio el río, su ausencia el sol, su negra noche el día.

Los hermanos Jee, que iban delante de todos, cayeron mal, ó no tuvieron tiempo de huir, y quedaron debajo de la locomotora, el uno, Alfredo, muerto en el acto, abrasado por toda la lumbre y por el agua hirviente de la máquina, y cogido por una rueda en medio del pecho; y el otro, Morlando, preso entre las piernas de su hermano y una peña, tendido boca abajo, con la cabeza y el pecho fuera de la máquina, pero recibiendo desde la cintura hasta los pies, y especialmente en la pierna derecha, el agua hirviendo de la caldera y el calor del hierro y de los carbones hechos ascuas.

Palabra del Dia

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