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Ninguno de ellos se quejaba, y hasta Hans, que era el más joven de todos, había resistido heroicamente, aunque tenía ya la garganta seca y la lengua hinchada. La brisa de la noche tonificó algo a los sitiados; pero tal consuelo era bien escaso; y si el asedio seguía, no podrían resistir otras veinticuatro horas de ayuno.

Vuestra energía viril tendrá con ello un estímulo más poderoso; puesto que hay la virtualidad de un interés dramático mayor, en el desempeño de ese papel, activo esencialmente, de renovación y de conquista, propio para acrisolar las fuerzas de una generación heroicamente dotada, que en la serena y olímpica actitud que suelen las edades de oro del espíritu imponer a los oficiantes solemnes de su gloria. «No es la posesión de los bienes ha dicho profundamente Taine, hablando de las alegrías del Renacimiento ; no es la posesión de bienes, sino su adquisición, lo que da a los hombres el placer y el sentimiento de su fuerza».

Pero si ya no hemos de tener guerras exteriores, si acabaron las conquistas, servimos, al menos, para defender la integridad del suelo español, para guardar la casa. ¿Es que usted cree añadió amoscado el cadete que no somos capaces de morir por la patria? No lo dudo; es para lo único que servimos los españoles: para morir muy heroicamente, pero morir al fin.

Al punto comprendimos que el interior del pueblo se defendía heroicamente y que el plan de los franceses consistía en apoderarse de los extremos, incendiando todas las casas que no pudiera ocupar. De vez en cuando, un estruendo espantoso indicaba que alguno de los endebles edificios de adobes había venido al suelo, y el polvo se confundía en los aires con el humo.

Pero al volver rico y triunfante para su castillo, en los agrios cerros y en el espeso bosque de encinas que hay entre Pinos y Alcalá, cayó en una celada que los moros, más de mil en número, le habían preparado, y allí murió combatiendo heroicamente contra ellos. La viuda de D. Jaime, que así se llamaba el muerto adalid, quedó como única señora y alcaidesa del castillo. Era su nombre doña Mencía.

Tiene por ella la adoración religiosa que un buen cristiano dedica a la santa de su iglesia, a la Virgen de su capilla, a la imagen casta y velada que resplandece en el fondo del santuario. Los españoles somos así. Sabemos amar simplemente, heroicamente, sin ninguna esperanza mundana, sin otra recompensa que el placer de caer de rodillas ante una imagen venerada.

¡Verdadera lástima es que no se haya conservado en pie toda la muralla o al menos una gran parte de ella, ora para admirar su muchísima solidez, ora para hacer recordar a los actuales teruelanos que la argamasa para unir las piedras se tintó muchas veces con la sangre de los que las construían, edificando y peleando a un mismo tiempo contra los enemigos de la Cruz! ¡Cuántos hijos de Teruel, han perecido en dicha muralla, ya conquistando el país, ya defendiendo heroicamente la ciudad en el reinado de D. Pedro, en la guerra de la independencia, y en la triste lucha de hermanos contra hermanos!

A excepción de los cuatro navíos que se retiraron con Dumanoir sin entrar en fuego, mancha que en mucho tiempo no pudo quitarse de encima la marina imperial, nuestros aliados se condujeron heroicamente en la batalla. Villeneuve, deseando que se olvidaran en un día sus faltas, peleó hasta el fin denodadamente, y fue llevado prisionero a Gibraltar.

Bilbao, tan célebre por su famoso Consulado que expidió las Ordenanzas de comercio muy conocidas en los pueblos españoles, se ha distinguido por su liberalismo, heróicamente probado en tres sitios memorables durante la guerra civil en que casi todos los pueblos vascongados eran carlistas. Fue allí que sucumbió el terrible Zumalacárregui; el tipo acabado de los guerrilleros en España.

José del Olmo en la Relacion del auto general de fe, celebrado en Madrid en 30 de Junio de 1680, pone estas palabras, viendo que algunos reos se tiraron á las llamas, i conociendo cuan mal habia salido la cuenta á la Inquisicion, ó por lo menos á la religion cristiana, con la crueldad de los jueces del Santo Oficio: «Puede ser que hiciese reparo algun incauto en que tal ó cual se arrojase en el fuego, como si fuera lo mismo el verdadero valor que la brutalidad necia de un culpable desperdicio de la vida á que se sigue la condenacion eterna.» I conociendo Olmo que aquellos que morian tan heróicamente eran tenidos por mártires, dice estas razones para prevenir los argumentos de los judíos: «Los mártires no los hace la muerte, sino la causa, i muchas veces suele remedar el error las hazañas de la verdad