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, , pide peras al olmo, al olmo ceceaba Perico por lo bajo . Cualquier día se pone mi señora hermana un alfiler menos, un alfiler menos, aunque se la lleve pateta. Cuando Pilar supo la decisión del Esculapio, colgárse del cuello de Perico, en un arranque de amor fraternal no manifestado hasta entonces.

Para atenuar las horas tristes, sacaban fuerzas de flaqueza, alegrando con afectadas fantasmagorías los ratos de la noche, cuando se veían libres de acreedores molestos y de reclamaciones enfadosas. Fue preciso hacer nuevas mudanzas, buscando la baratura, y del Olmo pasaron al Saúco, y del Saúco al Almendro.

Y, para concluir, el retrato a la inglesa: la dama tocada con un amplio sombrero, al pie de un olmo y con flores en las manos... ¡Ah! ¡Buen pintamonas está el tal Joaquín...! ¡Cuántos talentos hizo abortar...! ¡Qué viejo tan miserable...! Usted... usted misma tiene entusiasmo e impetuosidad... El color fluye de sus dedos... Y ¿qué está usted buscando en esa caja...?

Pero la madre no abandonaba la idea, o al menos, acariciándola en su mente, con ella se consolaba de tantas desdichas. De la noche a la mañana, viviendo la familia en la calle del Olmo, se iniciaron, sin saber cómo, no qué relaciones telegráficas entre Obdulia y un chico de enfrente, cuyo padre administraba una empresa de servicios fúnebres.

Esta mañana me he detenido a la sombra de un viejo olmo, alrededor del cual, ciertos días de fiesta, los jóvenes, sin otro concierto que el que les daba un pobre músico ambulante, se reunían para dar muestras de su fuerza y agilidad, mientras que los ancianos, emocionados por los más deliciosos recuerdos, se contaban entre ellos algún acontecimiento notable de su juventud, ocurrido en semejante día.

, frente a él, a corta distancia, Beatriz y su primo estaban echados de espaldas sobre la hierba, a la sombra de un olmo. El mancebo había juntado su rostro al de la niña, pasándola el brazo bajo la espalda, mientras ella, deshojando un rojo clavel, un clavel rojo como la sangre, sonreía voluptuosamente.

José del Olmo en la Relacion del auto general de fe, celebrado en Madrid en 30 de Junio de 1680, pone estas palabras, viendo que algunos reos se tiraron á las llamas, i conociendo cuan mal habia salido la cuenta á la Inquisicion, ó por lo menos á la religion cristiana, con la crueldad de los jueces del Santo Oficio: «Puede ser que hiciese reparo algun incauto en que tal ó cual se arrojase en el fuego, como si fuera lo mismo el verdadero valor que la brutalidad necia de un culpable desperdicio de la vida á que se sigue la condenacion eterna.» I conociendo Olmo que aquellos que morian tan heróicamente eran tenidos por mártires, dice estas razones para prevenir los argumentos de los judíos: «Los mártires no los hace la muerte, sino la causa, i muchas veces suele remedar el error las hazañas de la verdad

A medio dia saltaron en tierra el Padre Quiroga, el piloto mayor, y el alferez D. Salvador Martin del Olmo, y reconocieron, que en lo interior de esta ensenada que forman las puntas de este cabo, hay una buena bahia, con mucho fondo hasta cerca de tierra; de suerte que á tiro de fúsil se hallan 7 ú 8 brazas de fondo de arenilla y cascajo en marea baja.

-Ya lo querría ver -respondió Sancho-, pero pensar que tengo de subir en él, ni en la silla ni en las ancas, es pedir peras al olmo. ¡Bueno es que apenas puedo tenerme en mi rucio, y sobre un albarda más blanda que la mesma seda, y querrían ahora que me tuviese en unas ancas de tabla, sin cojín ni almohada alguna!

Aquellas proyectadas bodas entre primo y prima le parecían tan naturales como juntarse la vid al olmo. Las familias no podían ser mejores ni más para en una; las clases iguales; las edades no muy desproporcionadas, y el resultado dichosísimo, porque así redimía el marqués su alma de las garras del demonio, personificado en impúdicas barraganas.