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Actualizado: 9 de junio de 2025


Herminia se refugió en su habitación y con la ventana abierta soñó, contemplando la luna que aparecía por encima de las hayas y las plateaba con su luz. Una paz profunda reinaba en la campiña. Solamente los buhos hacían oir en los abetos su grito monótono y triste. La joven pensó que acaso estaba destinada á vivir siempre en aquella soledad y aquel silencio.

Luego, así que haya entrado don Juan, vos saldréis de la casa, dejaréis la llave debajo de la puerta y os retiraréis. ¿Y quién ha de acompañarte cuando hayas concluído? El. ¡El! , él. ¡Pero entonces ese veneno! No me preguntéis, por Dios, más. Prometedme hacer lo que os he dicho. Lo haré; pero no te comprendo. Os repito, Manuel, que por caridad no me atormentéis más.

Pronto toman parte los árboles en la fiesta. Abajo, en las primeras pendientes, los árboles frutales, después de haberse librado de la nieve del invierno, se cubren con la nieve de las flores. Más arriba, castaños, hayas y diversos arbustos, se cubren de hojas de verde claro; de un día á otro, parece que la montaña se ha revestido con un tejido maravilloso de terciopelo y seda.

Al lado de árboles bien crecidos, de aspecto soberbio y porte majestuoso, hay grupos cuyas extrañas formas evocan en la imaginación los monstruos del sueño ó de la fábula. Mucho más semejantes unas á otras son las hayas, que también gustan de asociarse y formar bosques, como los castaños.

Ayer tuviste que tomar la mitad de tu género al fiado.... Además, en una semana parece que hayas vivido varios años. Pero después de la cuerda reprimenda, volvió á sonreir con su eterna sonrisa de duda. En fin, ¡si eso te divierte!... ¡Si encuentras en ello tu felicidad!... La vieja marchó apresuradamente hacia el cinema, á pesar de sus piernas entumecidas que casi se negaban á sostenerla.

Verdad que entre col y col le soltaba ciertas frescuras; pero esto era muy estudiado para que Maxi no viera el juego. «No cuentes conmigo para nada; allá te las hayas... Ya te he dicho que no quiero saber si tu novia tiene los ojos negros o amarillos. A no me vengas con zalamerías. Te oigo por consideración; pero no me importa. ¿Que la vaya yo a ver? ¡Estás fresco...!».

Lo que me pareció fácil, resulta no ya difícil, sino imposible... Para más contrariedad, delante de esa bendita y maldita mujer, me convierto en el más insípido de los colegiales. ¿Por qué es esto? Y dime otra cosa, idiota, ¿qué tiene esa mona para que de este modo te hayas embrutecido por ella?

Lo que yo es que no tengo la culpa de que lo hayas sido hasta ahora, y menos aún en qué y cuándo te he engañado. Me has engañado fingiéndote santa, para que yo, embaucado, te adorase, cuando no eres santa, sino una mala mujer. Por todo el lugar no se habla de otra cosa sino de tus relaciones con don Paco, y de que te mantiene y te viste.

25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido esto de los sabios y de los entendidos, y lo hayas revelado a los niños. 26 , Padre, porque así agradó en tus ojos. 28 Venid a todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.

Con todo, entiéndelo bien, yo no te culpo ni te acrimino: eres mozo sin experiencia, y te enamoraste a los primeros pasos que diste fuera de tu hogar: no es extraño que hayas sido y todavía seas ciego y sordo, y que no veas ni oigas lo que tanto suena y has tenido delante de los ojos.

Palabra del Dia

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