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Actualizado: 3 de junio de 2025
De otra manera, habrá pobres, como el aire se nivelará, como sucederá todo lo que la necesidad moral de las cosas haga que suceda, diga lo que guste el Emperador de los franceses; porque sobre la voluntad del Emperador, están las leyes universales que todo lo gobiernan, á los emperadores tambien. Eso de que en Francia no hay mendigos, es gana de hablar.
»El conde de Pópoli me saludó con respeto, y después se volvió a mi tío, el cual, continuando la conversación comenzada, le dijo fríamente: »Dentro de quince días y en la capilla del castillo, mi capellán celebrará el matrimonio. »A lo que el Conde contestó inclinándose: »Como guste, monseñor.
Y no dejaba de ser gracioso, que según el reglamento «concluída la lectura de cada artículo podrá cualquiera hacer las observaciones que guste», con lo que fácil es calcular que el salón de lectura se convertía en centro de las más acaloradas discusiones, que terminaban á veces de manera harto tumultuaria y hasta con la intervención de la autoridad.
Tanto gusté de las extrañas maneras de vivir del hidalgo, y tanto me embebecí, que divertido con ellas y con otras, me llegué a pie hasta las Rozas, adonde nos quedamos aquella noche. Cenó conmigo el dicho hidalgo, que no traía blanca y yo me hallaba obligado a sus avisos, porque con ellos abrí los ojos a muchas cosas, inclinándome a la chirlería.
Ha logrado conmoverme y quiero conocer el fin de su aventura... Como usted guste. Y el vigilante encendió un cigarrillo y fué á sentarse en la sombra para esperar al visitante. Ya ves, Jacobo, que tenemos los instantes contados. Voy á tener que dejarte y nada te he dicho de nuestros proyectos. Si esperas aquí que se pruebe tu inocencia, pueden pasar años.
De cualquiera de los dos modos que se montase serian ventajosos para la hacienda nacional los resultados, y mas porque consecuencia lejítima era que la real botica desapareciese, y con ella se quitase á la contaduría mayor ese juicio de cuentas de la botica y sus emanaciones: cuentas que es imposible ajustarlas cual corresponde, y menos ponerlas en el punto de vista conveniente para cerciorarse de la lejitimidad de sus ingresos y egresos con la debida claridad; porque si el boticario dice tales y cuales medicinas que se vendieron al público, tanto; tal cantidad por las que se consumieron en el establecimiento, tal por las que se deterioraron, inutilizaron ó se perdieron enteramente: ¿quien puede averiguar y saber lo cierto? ¿quien puede tachar esto, aunque particularmente sepa lo contrario? pues ¿y la puerta al fraude que tiene abierta el boticario por tantos conceptos para gozar cuanto quiera si se dejase llevar de la ambicion ó de un mal deseo? ¿quien podrá juzgar de todo esto? nadie: y si al boticario agrada especular de su cuenta y comprar medicinas bajo el nombre de un tercero, que sabe ha de comprar el hospital y ser él el abaluador, ¿que puerta no se le abre para ganar cuanto quiera y vender sus drogas al precio que guste ponerlas?
Vamos, Juanita, no seas mala ni digas disparates. No es tan fiero el león como lo pintan. Y si tú gustases un poquito de mí, y mi conversación te divirtiese en vez de fastidiarte, no tendrías tanto miedo de la maledicencia, ni de los furores de mi hija, ni de los exorcismos del cura. ¿Y de dónde saca usted que yo no guste de tener con usted un rato de palique?
En rigor de verdad, me sentía yo muy poco tentado de lo que se me ofrecía, porque no estaba mi cuerpo, hecho alheña, para macerado de nuevo sin otro estimulante más enérgico que el de ver un panorama algo más extenso que el que ya había visto. Como, usted guste me respondió el obsequioso caballero , y lo que más grato y cómodo le sea.
Parece muy satisfecha con escuchar solamente, girando sin cesar sus ojos serenos de uno a otro interlocutor y sonriendo a menudo cuando se dirigen a ella. Al llegar a cierto punto, se oye la voz del traspunte. Señorita Clotilde, cuando V. guste... Vamos allá dice levantándose.
¡Ah! como llegue a pasar al alcance de mi mano un pretendiente, os prevengo que salto a él y de grado o por fuerza le llevo al cura y al alcalde. ¿Aunque no te guste?... pregunté interesada. Un pretendiente gusta siempre. ¿Aunque sea feo y viejo? Me tiene sin cuidado respondió Francisca con su desenvoltura habitual. ¡Oh! dije indignada. No creo que te casaras con alguien que no te gustara...
Palabra del Dia
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