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Actualizado: 21 de junio de 2025
A pesar de ello, no considero esta falta gravísima como signo de perversidad del alma. Esta falta y otras como ella, son, en determinadas gentes, obra de ciertas deficiencias, a veces constitutivas, a veces impuestas por la educación; falsas ideas que se adquieren de las cosas, por el modo erróneo de considerarlas.
Para entrar en ella les fue preciso cruzar por entre los grupos de campesinos, que abandonando sus hogares, acudían a saber de doña Inés. Subieron al cuarto de la enferma, que vencida ya por la dolencia, no pudo conocerles, y considerando ambos la situación gravísima, cada cual obró como quien era.
El tío Manolillo, revelando aquel crimen al cocinero mayor, había cometido una imprudencia gravísima; Francisco Montiño, que en otra ocasión, por interés propio, hubiera guardado la más profunda reserva, enloquecido, aterrado, fuera de sí, había roto el secreto. El duque de Lerma, pálido y desencajado, estuvo algunos momentos sin hablar después de haber oído la frase una perdiz envenenada.
Aparte de la ofensa gravísima que usted ha inferido a su esposo, del escándalo que la acompañó, de los que la siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliación, aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de usted está fuera de la Iglesia católica. No tengo sobre él otra influencia que la que puede dar una amistad superficial.
Así fueron corriendo los días y las semanas y aun los meses; llegó a ajustarse la tertulia, aunque siempre de confianza, a otro ceremonial menos insípido, y casi bastó para ello la vuelta de Sagrario, que traía impresiones que relatar, hasta de entrevistas con el Gran Turco, mientras su marido, más gangoso que nunca, y alicorto y desvaído, como gallo desplumado, apenas daba señales de lo poco que antes fue, para sacar algunas veces de sus centros al solemne don Mauricio, que no se desconcertaba allí tan fácilmente como solía; jugaban ya las cotorronas al tresillo, y, con excepción de la música y del baile, se hacía allí a todo lo del año pasado entre los íntimos, siendo la enfermedad gravísima de la marquesa obstáculo que no estorbaba para nada, porque, de puro sabido, nadie reparaba en él.
Mas no le bastaba con esto: sus cálculos estaban bien formados; pero eran cálculos al fin, que podían fallar, contra tantas probabilidades de que no fallaran: su situación, por consiguiente, era grave, gravísima; y lo probaba, además, aquella tirantez de espíritu en que él vivía, aquella opresión de su pecho, aquel nudo de su garganta que le parecía el manantial de donde fluían las lágrimas que le brotaban de los ojos en cuanto los ponía en la imagen de Luz, o el pensamiento en que pudiera perderla para siempre; y por ser tan grave la situación, no era para arrostrada por él, a solas con su inexperiencia y cargado de pesadumbres.
Por supuesto que los Lusitanos harán los mayores esfuerzos para quitarnos las tierras altas de la costa de este rio, pues conocen que de no conseguirlo, vendrán á perder con el tiempo sus minas de Matogroso, Cuyabá y Sierra del Paraguay, que con justicia volverán a sus legítimos dueños: pero los contratos y la justicia se han de sostener á toda costa, y siendo la materia gravísima, no debe cederse un punto, ni admitir transaciones que no sufren las circunstancias locales.
Don Bernardino, sin más trámite, fulminó el rayo de su excomunión sobre el culpable: lo sabía todo, todo, con puntos y comas, de pe a pa; míster Robert acababa de descubrirle la verdad y de notificarle la gravísima resolución adoptada: liquidar una casa que tanto había costado formar, y con un pasivo escandaloso. ¿No tenía vergüenza? ¿no le remordía la conciencia de haber arruinado a aquel pobre hombre? ¿con qué pensaba pagar los doscientos mil nacionales del pasivo y los cincuenta mil que adeudaba a Rocchio?
Julián se apresuraba a replicar, sin meterse en honduras fisiológicas: La casta de los señores de Pardo es muy saludable, gracias a Dios.... Una noche cambiaron de sesgo las confidencias, entrando en terreno sumamente embarazoso para Julián, siempre temeroso de que cualquier desliz de su lengua desbaratase los proyectos del señorito, y le echase a él sobre la conciencia responsabilidad gravísima.
A los tres replicó el otro . La Providencia y el hombre, ya amigo ya enemigo, suelen obrar de acuerdo para salvarnos o perdernos. Tu memoria se ha aclarado lo bastante para recordarte, lo que has pasado, la ruina de tus descabellados planes de guerrillero, tu prisión, tu enfermedad gravísima, tu condenación a muerte.
Palabra del Dia
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