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Actualizado: 21 de noviembre de 2025
Todo esto era porque las tierras y las personas estaban más en alto, más cerca de las buenas regiones del aire, en las laderas de aquel pezón gigantesco que alteraba la redondez del hemisferio austral. Y la hipótesis del Paraíso, cabeza de la tierra, situado en el noble Austro, se convertía en certidumbre para el Almirante.
El eterno fugitivo, olvidado de su padre; Sigmundo, que así mismo se da por nombre Desesperación, errante años y años a través de las selvas, acosado por los animales feroces, que le creen una bestia al verle cubierto de pieles, descansa por fin al pie del gigantesco fresno que sostiene la cabaña, y al beber el hidromiel en el cuerno que le ofrece la dulce Siglinda conoce por primera vez la existencia del Amor, mirándose en sus cándidos ojos.
Luego montaba en el arzón de su caballo al indio gigantesco, como un galán que roba a su dama, y en un galope de leguas y leguas llevábalo hasta el campo español.
A partir de aquí empezaron las desorientaciones de Toledo. El mundo estaba cambiado, totalmente cambiado, y él marchaba de asombro en asombro. Para favorecer á su compatriota, quiso saber qué armas manejaba con preferencia. ¡Conozco tantas! exclamó Martínez. En un asalto había herido con la punta del sable á un alemán gigantesco que le amenazaba con su bayoneta.
Pues allá va el mío camino de los seiscientos, dijo el gigantesco arquero tendiéndose en el suelo, poniendo un pie en cada extremo de su arco y tirando vigorosamente de la cuerda, después de colocar en ella larguísima flecha. Vas á hacer un pan como unas hostias, gandul, le dijo Simón. ¿De cuándo acá pretendes tú superar á los arqueros veteranos?
El Leviatan, no siendo mas que un buque mercante ó de trasporte, es tan gigantesco que costó mas de cinco millones de pesos. Baste decir, como término de comparacion, que al lado del Leviatan se veía como un pigmeo un enorme navío de tres puentes, de primer órden, anclado allí constantemente y que sirve de hospital para los marinos extranjeros.
Le mataría, sí señor, le mataría; y después, ¡qué escena tan trágica! el teniente a sus pies, atravesado de una estocada; Amparito, desmelenada, sollozante, increpando al cielo; y él erguido como gigantesco fantasma, el ensangrentado acero en la mano, y en el rostro una sonrisa desesperada, infernal, loca; algo que recordase el último acto del Don Álvaro.
Hermoseado por las flores en primavera, adornado de frutos en verano y otoño, el cortinaje suspendido delante de la catarata ahoga en parte el estrépito; hasta podría suponérsele lejana si el sol, penetrando sus rayos por entre las ramas, no hiciera brillar por diversos puntos el gigantesco diamante que oculta la verdura.
El sol se ocultaba ya; las nieblas ascendían del profundo seno de los valles; deteníanse un momento entre los obscuros bosques y las negras gargantas de la cordillera, como un rebaño gigantesco; después avanzaban con rapidez hacia las cumbres; se desprendían majestuosas de las agudas copas de los abetos e iban por último a envolver la soberbia frente de las rocas, titánicos guardianes de la montaña que habían desafiado allí, durante millares de siglos, las tempestades del cielo y las agitaciones de la tierra.
El 18 de febrero recogió su ancla el gigantesco vapor Paraná á cuyo bordo habíamos ido todos los pasajeros reunidos en San-Thomas por las malas particulares de Cuba, Méjico, «Centro-América,» el Pacífico, Nueva Granada y todas las Antillas. A las nueve de la mañana todo el mundo lanzó su grito de despedida, al empezar con alegría y confianza la segunda navegacion.
Palabra del Dia
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