Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de mayo de 2025
Primeramente me ofreciste remediar mi pobreza; ahora quieres devolverme á mi hijo... Se dejó arrastrar por una afectividad impulsiva. Lubimoff vió cómo se inclinaba su cabeza, y sintió inmediatamente el contacto de su boca en una mano. Dos besos ruidosos y una voz que gemía: «¡Gracias... gracias!» El príncipe se puso de pie. Le era imposible tolerar este gesto humilde.
Nada, no tenía nada; jaqueca, cansancio de no trabajar, aburrimiento. Gemía de impotencia, acompañado por la dulce Feli, que también derramaba lágrimas, sin pedir nuevas explicaciones, adivinando, en su instinto de mujer, que estas crisis tenían relación con el montoncillo de dinero, cada vez más exiguo, que guardaba en la cómoda.
Era un héroe, un ídolo y volvía de pronto á ser un trabajador.... Menos aún, pues no encontraría un puesto en las minas. Si volvía allá serían capaces de matarlo: le aterraban como un remordimiento las grandes cantidades que había hecho perder á los señores. Me iré gemía. ¡Cómo se burlarán ahora de mí!... Me embarcaré en el primer barco que salga para América.
Todos, hombres de justicia, médicos, hasta la misma Baronesa se sentían impresionados por la ansiosa actitud de aquel desdichado: sólo la extranjera permanecía inmóvil y rígida, impasible y casi sin mirar a nadie. ¡Lo decía y lo ha hecho!... ¡Ha hecho lo que decía!... gemía la mujer junto al cadáver.
Gemía con honda angustia, y el enfermo creyó oír las mismas expresiones de remordimiento que otras veces había adivinado en su mirada. «¡Por mi culpa!... ¡Ha sido por mi culpa!» Jaime experimentó una sensación de alegría ante estas lágrimas. ¡Oh dulce «Flor de almendro»!...
Filipinas tuvo desde sus primeros días los suyos, que trataban con los Reyes y el Papa de las necesidades del país; los tuvo en los momentos críticos de España, cuando ésta gemía bajo el yugo napoleónico, y no se aprovecharon de la desgracia de la Metrópoli como otras colonias, sino que estrecharon más los vínculos que las unían á la Nación, dando pruebas de su lealtad; continuaron hasta muchos años después ... ¿Qué crimen han cometido las Islas para que así se las prive de sus derechos.
La madre de Margarita estaba enferma. Pensaba en su hijo, que era oficial y debía partir el primer día de la movilización. Ella estaba inquieta igualmente por su hermano y consideraba inoportuno ir al estudio mientras en su casa gemía la madre. ¿Cuándo iba á terminar esta situación?... Le preocupaba también aquel cheque de cuatrocientos mil francos traído de América.
¡Hijo mío!... ¡Mi hijo!... gemía la madre, retorciéndose en un sofá. Y el coro de la familia ahogaba sus lamentos derramando sobre ella una lluvia de hipotéticos consuelos y apelaciones á la resignación. Debía pensar en el padre: no estaba sola en el mundo, como ella afirmaba; además de su familia, tenía á su marido. Tòni acababa de entrar en este momento.
Pero aun se detuvo un momento, porque aquel diablo de hombre estaba en todo. ¡Los folios! ¡Borrad los folios! El compañero de la pierna rota era llevado en alto por su mujer y su madre. El pobrecillo gemía de dolor á cada movimiento brusco, pero se tragaba las lágrimas y reía también como los otros, viendo que el cargamento se salvaba y pensando en aquel chasco que hacía reir á todos.
Oprimía a su lado el ministro de Hacienda una mala banqueta, que gemía no tanto por el noble peso que sostenía, como por el mal estado en que se encontraba. Tambaleábase por consiguiente Su Excelencia a cada momento: figurósele al labriego temblor el movimiento oscilante de Su Excelencia; pero está averiguado que era el mal asiento.
Palabra del Dia
Otros Mirando