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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Venía él con el entrecejo fruncido y con marcadas señales en toda la cara de muy terrible enojo. Apenas se saludaron él y ella, Antoñuelo dijo: Vengo a quejarme de ti, a decirte que me has engañado. Por culpa tuya he estado haciendo el tonto, y no quiero hacerlo más. Pues, hijo mío dijo ella riendo , yo no sé cómo te las compondrás para no seguir haciendo el tonto.
Téngalo usted muy en cuenta y dígame qué tiempo se necesita para darle por la mar... porque ha de ser por la mar el paseo de hoy, o no me embarco. Pues por la mar será si usted quiere respondió Leto, hechizado ante el aire resuelto de la animosa sevillana , y podemos estar de vuelta antes del mediodía. Corriente repuso Nieves después de meditar unos instantes, con el entrecejo fruncido.
Grandes fueron el pesar y la rabia de Morsamor luego que recibió tan mal recado. Con descompuestos ademanes, el entrecejo fruncido y crispados los puños, acudió Morsamor a su confidente Tiburcio para desahogarse hablando del caso. Con entrecortadas y rápidas frases refirió Morsamor a Tiburcio su conversación con Duarte de Mendaña. Luego añadió Morsamor: Ya ves cuán cruel ha sido mi desengaño.
Por supuesto, que no se enteraría Carmen de que yo te enviaba dijo Currita muy pensativa; y Leopoldina, con el hociquito fruncido y los ojitos entornados, como quien se ofende de la pregunta, contestó: ¡Mujer!... ¿En qué cabeza cabe?... ¿Acaso soy yo boba?...
Algo estridente, como si acabara de rasgarse la vieja decoración del fondo; un silbido rabioso, feroz, desesperado, que pareció hacer oscilar las luces de la sala. ¡Silbar a Franchetti antes de oírle! ¡Un tenor de cuatro mil francos! La gente de palcos y butacas miró al paraíso con el ceño fruncido; pero arriba la protesta fue más ruidosa. ¡Granuja! ¡Canalla! ¡Golfo! ¡A la cárcel con él!
Se hundió él en su sillón, mirando a los chicos, y ella quedó con los ojos fijos en el suelo, el ceño fruncido y las mejillas de un rojo violáceo, como si la rabia le produjese erisipela.
Si por adeudarle mes y medio de pupilaje el patrón te ha dado quince bofetadas... ¿Fueron más o menos?... Mendoza, más amoscado y fruncido, no quiso contestar. Pongamos quincé... Si hubieses llegado a deberle año y medio, ¿cuántas bofetadas te hubiera dado? Me parece que el lance no es para reírse. Si no me río: es que soy muy aficionado, como sabes, a las matemáticas.
Los obstáculos resultaban blandos, todo se arreglaba con prodigiosa facilidad; los hombres podían caminar á saltos. Pero horas después, cuando su pensamiento quedó limpio de nubes seductoras, sintió miedo acordándose de su padre. ¿Cómo le recibiría al verle llegar?... ¿Qué excusa darle de su presencia en Nápoles?... Tembló evocando la imagen de su ceño fruncido y sus ojos irritados.
Así lo comprendió y vaciló un instante, pero la honrilla le hizo responder: Voy al momento, señora. Y se dispuso a dar cumplimiento al encargo. Pero Clementina, que había fruncido el entrecejo al oir la exigencia de su amiga, le detuvo exclamando con energía: ¡No vaya usted, Alcázar! Ya se lo encargaremos a Cobo cuando vuelva.
Ferragut la interrumpió. Tenía el ceño fruncido, como si le dominase una idea tenaz... Tal vez no la escuchaba. ¿Dónde está la doctora?... El tono de su pregunta fué inquietante. Cerró los puños, mirando en torno de él como si aguardase la aparición de la imponente dama. Su gesto era igual al que había acompañado la agresión contra Freya.
Palabra del Dia
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