Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de junio de 2025


Y Tónica le escuchaba con la mirada fija, el entrecejo fruncido, los labios apretados, como si dentro de su cabecita se agitase una idea tenaz, mientras Micaela abría sus muertos ojazos con la expresión de una niña que oye un cuento de hadas.

Una idea tenaz y molesta parecía colgar de su fruncido entrecejo. Sobre los muebles y en los rincones había numerosos paquetes envueltos en papel fino, atados y sellados elegantemente.

Aunque tuvo deseos de salir para esparcir su mal humor y refrescar la cabeza, no lo hizo retenido por una vaga esperanza, que no tardó mucho en cuajarse. Á eso de las doce apareció un hombre en la puerta preguntando por él, con una carta en la mano. Por su semblante fruncido pasó una imperceptible ráfaga de satisfacción. ¡Al fin!

Don Juan vuelve de nuevo a pasear, atento el oído hacía la puerta y fruncido el entrecejo por el enojo. Empieza a desconfiar. «¡No viene! ¿Qué ridículo miedo, qué recelo se le habrá metido en el alma? ¡Virtud de última horaTorna al balcón, apoya la cabeza en la vidriera, que se empaña con el vaho de su aliento, y exclama, hablando solo: ¡Gracias a Dios! ¡Allí está!

Dudó ella un momento con el ceño fruncido, no sabiendo si enfadarse por estas palabras, y al fin acabó por lanzar el gorjeo de su risa. Venga usted y nos sentaremos en aquel rincón. Con usted es imposible enfadarse. ¡Qué tipo tan interesante! Vamos a burlarnos un poco de toda esta gente... Nosotros hemos visto otras cosas.

Te lo presento en la previsión de que falle el primero, lo que bien pudiera suceder. Vamos allá... Fortunata esperaba con ansia la exposición del segundo caso, pero Feijoo lo tomaba con calma, pues se quedó buen rato meditando, con el ceño fruncido y la vista fija en el suelo.

Era un buen encuentro; el mejor de la tarde. Este señor tenía el aspecto de un extranjero rico que vaga desorientado por un barrio excéntrico al que no volverá nunca. Había que aprovechar la ocasión. Mientras tanto, Robledo continuaba inmóvil, mirándola con el ceño fruncido por una rebusca mental. «¿Quién es esta mujer?... ¿Dónde diablos la he visto

Algunos sacerdotes tenían abiertas las puertas del confesonario y se les veía con sotana y bonete inclinar el cuerpo y oído hacia la ventanilla, reflejando en su rostro fruncido y en su postura desmadejada el cansancio que sentían. Otros las tenían cerradas herméticamente y apenas se advertía dentro, al pasar, la presencia de un ser humano.

Afortunadamente, a aquella hora sólo había unas pocas señoras, que fingieron no verles, y luego, a sus espaldas, se miraron con el ceño fruncido y moviendo la cabeza. «¡Qué escándalo!...» Luego pasaron ante Isidro, que hablaba con Zurita de espaldas al mar. El doctor los siguió con un gesto de cómica admiración. Compañero, ¡y qué valiente es su paisano! Cada día con una... ¡y a su edad!

Un estudiante de clérigo o un bachiller leía en alta voz, rodeado de un círculo de caras cetrinas, con el ceño fruncido y la boca palpitante de emoción... Uno de los venteros del Don Quijote declara como la mejor joya de su casa los viejos libros de caballerías olvidados por un caminante.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando