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Actualizado: 19 de julio de 2025


Me fijo en mi vecina, muchacha de las que siguen viniendo al bulevar por costumbre, pero sin esperanza alguna, pues el tiempo no está para bagatelas. Tiene la nariz respingada, los ojos algo oblicuos, y un hociquito gracioso coronado por un sombrero de cuatro francos noventa.

La nené no oyó el final del cuento.... La música de las palabras, que no le despertaban idea alguna, el haber vuelto a entrar en calor, la misma satisfacción de estar con su favorito, le trajeron insensiblemente el sueño anterior, y Perucho, al armar la algazara acostumbrada cuando terminan los cuentos de cocos, la vio con los ojos cerrados.... Acomodó lo mejor que pudo el lecho de espigas; llególe el mantón al rostro, como hacía Nucha, para que no se le enfriase el hociquito, y muy denodado y resuelto a hacer centinela, se arrimó a la puerta del hórreo, en una esquina, reclinándose en un montón de maíz. Pero fuese la inmovilidad, o el cansancio, o la reacción de tantas emociones consecutivas, también a él la cabeza le pesaba y se le entornaban los párpados. Se los frotó con los dedos, bostezó, luchó algunos minutos con el sueño invasor...

Á veces deteníase Ratón Pérez en alguna encrucijada, y exploraba el terreno antes de seguir adelante: todo lo cual puso al rey Buby un poco nervioso y de mal humor, porque llegó á sentir desde el hociquito hasta la punta del rabo ciertos ligeros escalofríos que le parecieron señales de miedo. Acordóse, sin embargo, de que El miedo es natural en el prudente, Y el saberlo vencer es ser valiente,

Por supuesto, que no se enteraría Carmen de que yo te enviaba dijo Currita muy pensativa; y Leopoldina, con el hociquito fruncido y los ojitos entornados, como quien se ofende de la pregunta, contestó: ¡Mujer!... ¿En qué cabeza cabe?... ¿Acaso soy yo boba?...

Y se puso a echar sus miguitas a los peces, hablándoles con el cariño y el mimo de una madre que acaricia a sus hijuelos... ¡Hola, tragoncillos! ¿Hay apetito?... Vamos, haya paz, que para todos hay... ¡Mira, mira, María, cómo abren el hociquito!... ¡Qué delicia! ¡Qué monada!

Las sirvientas se entretenían en llevarla a que viera las gallinas y los pollos o a recoger algunas cerezas en el huerto. Y los niños y las chiquillas se le acercaban lentamente, con movimientos prudentes, y las miradas fijas como perritos que avanzan hociquito contra hociquito hacia otro compañero hasta que la atracción alcanza el punto en que los suaves labios se ofrecen para recibir un beso.

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