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En los días 21º á 22º de la revolución se presenta el cuarto menguante, y á los 29 y medio, la Luna ha vuelto á hacerse invisible: ha terminado, pues, la lunación. Se llama, en efecto, lunación el período que recorre así nuestro satélite entre dos conjunciones consecutivas, ó, lo que es lo mismo, entre dos lunas nuevas.

Después tosió tres veces consecutivas y se puso á examinar con profundísima atención y frunciendo ferozmente las cejas el puño del junquillo. No bien hubo terminado esta tarea, pasó á azotarse con él los pantalones, de la misma traza que lo hiciera al comienzo de su visita. Todavía se alzaron á los golpes algunas nubecillas de polvo, aunque más leves y trasparentes.

Mi queridísima España, representada en Irun, que todavía devoraba con mis ojos, me atraía poderosamente hácia , y por dos veces consecutivas avancé hasta la mitad del puente para enviarla mis votos por su engrandecimiento y prosperidad.

Pero Facundo jugaba con fondos ilimitados; no permitió jamás que nadie levantase de la mesa el dinero con que jugaba; no era posible dejar de jugar sin que él lo dispusiese; él jugaba cuarenta horas, y más, consecutivas; él no estaba turbado por el terror, y él podía mandar azotar o fusilar a sus compañeros de carpeta, que muchas veces eran hombres comprometidos.

Se ha usado en catarros sofocantes, en los accidentes por debilidad del pulmon, en afecciones paralíticas consecutivas á la apoplejía, en fluxiones asténicas, y por lo mismo, en ciertas congestiones cerebrales metastásicas de los viejos.

En tres consecutivas ocasiones, al pasar a caballo por delante de la casa de su pupila, había visto el severo tutor a un individuo que rondaba alrededor del edificio y que al verle escurrió el bulto, no sin que Amaury notase una perfecta semejanza entre él y su ex amigo Felipe.

La nené no oyó el final del cuento.... La música de las palabras, que no le despertaban idea alguna, el haber vuelto a entrar en calor, la misma satisfacción de estar con su favorito, le trajeron insensiblemente el sueño anterior, y Perucho, al armar la algazara acostumbrada cuando terminan los cuentos de cocos, la vio con los ojos cerrados.... Acomodó lo mejor que pudo el lecho de espigas; llególe el mantón al rostro, como hacía Nucha, para que no se le enfriase el hociquito, y muy denodado y resuelto a hacer centinela, se arrimó a la puerta del hórreo, en una esquina, reclinándose en un montón de maíz. Pero fuese la inmovilidad, o el cansancio, o la reacción de tantas emociones consecutivas, también a él la cabeza le pesaba y se le entornaban los párpados. Se los frotó con los dedos, bostezó, luchó algunos minutos con el sueño invasor...

Esta pieza dramática, arreglada de una comedia atribuída falsamente á Calderón, fué acogida con tales aplausos, que se representó sin interrupción trece noches consecutivas. Moratín, en el prólogo á sus comedias, asegura que todos los escritos de este poeta son del siglo XVIII; pero no es así, porque muchos se imprimieron el año 70 del siglo anterior.

Pero, aunque se atusa con insistencia las rubias y sedosas patillas, y repite veinte veces consecutivas: Señores y queridos administrados, no acierta a continuar el discurso. No acierta a continuar el discurso... ¡Es tanto el calor que hace dentro de aquel coche!... Hasta que se pierde en lontananza, el camino de La-Combe-aux-Fées está lleno de polvo, bajo el sol de mediodía.

El bufón le hizo repetir esta operación tres veces consecutivas. Una gran cantidad de los polvos había sido introducida en la pera. Ahora podéis ponerla ese lazo dijo el tío Manolillo. Montiño puso en la pera el lazo rojo y negro. Tomó la pera el bufón, y colocándola sobre una hoja de parra contrahecha, para aislarla, la puso sobre las otras confituras.