Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de junio de 2025
Pocas veces se había visto una pasión más viva, más frenética que la que esta señora sentía por su hijo. Para ella seguía siendo el mismo niño que arrullaba en la cuna, consolándose de la muerte repentina de su esposo. Decíase burlando entre los veraneantes que seguía acostándole calentándole previamente la cama y haciéndole repetir su oración al santo ángel de la guarda.
La pasión frenética de Pacorrito empezó cuando el alemán puso en su vitrina una encantadora colección de damas vestidas con los ricos trajes que imagina la fantasía parisiense. Casi todas tenían más de media vara de estatura. Sus rostros eran de fina y purificada cera, y ningún carmín de frescas rosas se igualaba al rubor de sus castas mejillas.
En aquel momento de angustia, Morsamor cayó en el agua y pensó salvarse nadando, pero pronto sintió un peso que le oprimía, que le estorbaba nadar y que fatalmente iba a ahogarle. Despavorida donna Olimpia, pálida por el miedo de la muerte, frenética de terror y de funesto cariño, se había agarrado a Miguel de Zuheros, ciñéndole y estrechándole entre sus brazos.
En aquellos tiempos era demasiado tímido para pensar así, no porque no lo creyese en el fondo, sino porque no tenía confianza en mí mismo para afirmar mis ideas categóricamente. El no saber vivir como los demás me producía una sorda cólera, una indignación frenética. Me sentía como una rueda de reloj suelta que no engrana con otra.
Quien va a ir a la cárcel es esa chilló la agresora, frenética, revertida otra vez bruscamente a las condiciones de su origen, mujer del pueblo, con toda la pasión y la grosería que el trato social había disimulado en ella . Yo no he faltado... A mí sí que me han faltado... Esa bribona me ha engañado, nos ha engañado a las dos, porque somos dos las agraviadas, dos, y usted debe saberlo... Aquella es un ángel, yo otro ángel, digo, yo no... Pero hemos tenido un hijo; el hijo de la casa, y esta es una entrometida, fea, tiñosa y sin vergüenza que me la tiene que pagar, me la tiene que pagar.
Pero al llegar á aquella época, en que era imposible á todo español apartar la vista del gran problema que se trataba de resolver, la escondida vehemencia de sentimientos de Elías se manifestó, y no en forma de amor, ni de avaricia, ni de ambición: se manifestó en forma de pasión política, de adhesión frenética á un sistema y odio profundo al contrario.
Prefiero seguirte por el mundo, aunque no quieras; ser tu criado, verte... hablarte, mejor que enterrar aquí mi desesperación bajo millones. ¡Ah, niño! ¡niño mío!... ¡Cómo me quieres! ¡Cómo te adoro! Y cayó sobre él frenética de pasión, impetuosa, loca, apresándole entre sus brazos como una fiera.
Con la precoz viveza de comprensión de los niños cortesanos, no se le ocultaban sus defectos ni el despreciable papel que desempeñaba cerca de ella; pero una adoración ciega y frenética que le hacía soñar noche y día, le tenía fatalmente encadenado. Los malos tratos de su ídolo, eran un aliciente que comunicaba sabor más exquisito a los deleites que disfrutaba.
Asaltole frenética ansia de dejar de existir para el siglo, de entregar lo que le restaba de vida al servicio de Dios, entre los cuatro muros de una celda. Al día siguiente, al acercarse a Avila, ordenó al cochero que se llegase al convento de Santo Tomás. Quería hablar de paso con el Prior. Era un mediodía frío y luminoso de fines de octubre.
Entonces tomaba parte en los sordos manejos de aquella corte infame. Pero vino el año 20, y nuestro personaje entró en el período de rabia crónica, de desorden moral y frenética tenacidad en que le hemos conocido. Ya sabemos poco más ó menos cómo vivía: su actividad había redoblado, y conspiraba con una constancia de que no se ha visto ejemplo.
Palabra del Dia
Otros Mirando