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Es cierto que he asistido a reuniones donde se conspiraba contra el impío gobierno que hoy existe y que he procurado con mi torpe palabra alentar a los conjurados al combate, y es cierto igualmente que he bordado el estandarte y otras prendas para los defensores de la fe.

¿Contra el duque de Lerma? Contra el duque de Lerma. ¡Ah! ¡don Rodrigo conspiraba contra su bienhechor, contra el hombre á quien todo lo debe! ¡No sabía yo que ese tal era tan malvado! Lo es más aún: ese hombre se ha atrevido á dictarme condiciones. ¡Condiciones á la reina! ¡un vasallo! ¿pero cómo podía ese miserable atreverse á dictarte condiciones?

Sólo se aguardaba para celebrar la boda que el diputado sacase al novio un empleo de diez o doce mil reales que le habían pedido hacía más de un año. Doña Nicolasita estaba más impaciente que nadie; echaba mil maldiciones al diputado, decía que no servía de nada y conspiraba para que en las próximas elecciones eligiesen a otro que sacase empleos con más facilidad y prontitud.

Volvió de ella, y dejándose llevar de su crueldad, dispuso que crucificasen a los diez principales promovedores del motín. Tiempo hacía que se conspiraba contra Alhakem. El horroroso espectáculo de los diez ajusticiados excitó la compasión y el furor del pueblo. La conjuración estalló prematuramente. La rebelión fue vigorosa. Casi todos los muladíes o renegados españoles tomaron parte en ella.

Se conspiraba con el deseo, con las noticias, con las sospechas, con las hipérboles, con las sátiras, con verdades y mentiras, con el llanto tributado a los muertos y las oraciones por el triunfo de los vivos. Tal era Madrid a fines de mayo de 1808, antes de que sonaran los primeros cañonazos de Cabezón y los primeros tiros del Bruch.

En tan apurada como crítica situación y antes de que llegara la ansiada Comisión civil americana, se le ocurre al General Otis, gobernador militar de las fuerzas americanas, llevar á efecto dos actos á cual más impolíticos. ¿Cómo y porqué conspiraba el Sr.

Evidentemente no era yo el único que conspiraba aquella noche en el castillo. La situación en que me hallaba no era por cierto muy favorable para entrar en hondas meditaciones. Sin embargo, no dejé de reconocer y decirme que el nuevo proyecto de Henzar, por infame que fuese, significaba una ventaja para ; la de situarlo al lado opuesto del foso, separado por lo tanto del Rey.

La terminacion de la campaña trajo la desavenencia entre el capitan general Miyares y Monteverde, que se negaba á reconocer su autoridad en los paises por él recuperados para la España, dando por resultado la destitucion del primero y la elevacion del pacificador á la dignidad superior de Venezuela. Entonces, alegando que se conspiraba nuevamente, apresó á muchos distinguidos americanos.

Después de ser abadesa, los regalos servían para que todas las monjas la llevasen á su celda y misteriosamente los chismes del convento. En el convento de las Descalzas Reales se conspiraba. Estas conspiraciones eran hijas de la rivalidad de las monjas. La comunidad, como toda sociedad, estaba dividida en bandos.

Enloquecía de furor si los compradores de negros le engañaban en unas cuantas pesetas, y en la misma noche gastaba tres o cuatro mil duros celebrando una de aquellas orgías que le habían hecho famoso en la Habana. «Pega antes que habla», decían de él los marineros, y recordaban que, en alta mar, sospechando que su segundo conspiraba contra él, le había deshecho el cráneo de un pistoletazo.