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Actualizado: 1 de junio de 2025


Decíase que en su recinto la Santa Junta de los Comuneros había celebrado su primera reunión clandestina; y por mucho tiempo corrió entre el vulgo la leyenda de que los espectros de los ajusticiados, se congregaban allí dentro, en las noches de luna. Por eso tal vez, nadie quiso habitar aquella casa durante un cuarto de siglo.

Finalmente, por conjurar la plaga de los terremotos, y por poner miedo á Don Isacar, le plugo al Ilustrísimo señor inquisidor celebrar un auto de fe. Honróme convidándome á la fiesta; me diéron uno de los mejores asientos, y se sirviéron refrescos á las señoras en el intervalo de la misa y el suplicio de los ajusticiados.

El Gobierno de Buenos Aires dió un aparato solemne a la ejecución de los asesinos de Juan Facundo Quiroga; la galera ensangrentada y acribillada de balazos estuvo largo tiempo expuesta a examen del pueblo, y el retrato de Quiroga, como la vista del patíbulo y de los ajusticiados, fueron litografiados y distribuídos por millares, como también extractos del proceso, que se dió a luz en un volumen en folio.

Las fortalezas y castillos se derrumbaban y arrasaban por docenas; los malhechores, bandidos y tiranos soberbios, que habían infestado y devastado el país, eran ajusticiados á miles. Para apaciguar el reino dice el doctor Villalobos se hacían muchas carnicerías de hombres y se cortaban pies y manos y espaldas y cabezas.

En Inglaterra, metrópoli de los Estados Unidos, cuentan autores ingleses sobre treinta mil brujos y brujas ajusticiados; víctimas del fanatismo han perecido allí reyes y reinas, y mártires tan gloriosos como Tomás Moro. Lutero, Calvino y Knox sólo pedían libertad religiosa cuando estaban en minoría. En Escocia aún se quemaban brujas en el siglo pasado.

En su testamento puso la extraña cláusula de que su cadáver había de inhumarse en un sepulcro ignominioso, en el Pradillo de los ajusticiados.

Excitado por estas ideas y propósitos, entró en su casa, y al dirigirse a su cuarto y oír la voz de su tía que desde la sala le llamaba, sintió en el corazón como si se lo tocaran con la punta de un alfiler... Entró en la sala, y... ¡lo que vieron sus ojos, Dios omnipotente!... ¡Dios que haces posible lo imposible! En la sala estaba Fortunata, en pie, lívida como los que van a ser ajusticiados...

Volvió de ella, y dejándose llevar de su crueldad, dispuso que crucificasen a los diez principales promovedores del motín. Tiempo hacía que se conspiraba contra Alhakem. El horroroso espectáculo de los diez ajusticiados excitó la compasión y el furor del pueblo. La conjuración estalló prematuramente. La rebelión fue vigorosa. Casi todos los muladíes o renegados españoles tomaron parte en ella.

Rosas y el doctor Maza siguen la causa de noche, a puertas cerradas. El doctor Gamboa, que se toma alguna libertad en la defensa de un reo subalterno, es declarado impío unitario por un decreto de Rosas. En fin: son ajusticiados todos los criminales que se han aprehendido, y un voluminoso extracto de la causa ve la luz pública.

La puerta del cuarto se abrió repentinamente; el poeta silbado se presentó; estaba pálido, pero tranquilo al parecer: a primera vista comprendí, no obstante, que aquella tranquilidad era ficticia y que la sonrisa que contraía sus labios tenía mucha semejanza con la de los ajusticiados que quieren morir serenos.

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