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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Un renegado entró muchas veces á hablar con D. Alvaro; no se supo lo que trataba con él: algunos quieren decir que era echadizo, y así los renegados que hablaban cada noche desde sus trincheas con los nuestros decían que nos guardásemos, que nos engañaba aquel renegado, que estuviésemos avisados que quería huirse D. Alvaro del fuerte, que nos rindiésemos con tiempo, que nos harían todo buen partido.
Ya se entiende que este yugo es el que en Cuba nos imponen los yankees, porque sin el favor, amparo y aliento que dan á los que se rebelan, y sin la mengua de autoridad que nos causan, y sin el descrédito que vierten sobre nosotros, pidiéndonos cuenta de todo, como si fueran nuestros jueces, y sin la facilidad con que convierten en ciudadanos de su gran República á nuestros más acérrimos enemigos, renegados de su casta, obligándonos á darles dinero en vez de fusilarlos ó de enviarlos á presidio, es casi seguro que en Cuba no habría insurrección y es seguro que no sería ni con mucho tan importante y duradera como es hoy.
Desentendiéndose del belicoso tráfago que repugna á sus instintos, y desconociendo la índole de la agitacion que causan en su Estado los numerosos ejércitos de berberiscos, egipcios, mamelucos, esclavos y renegados, que dirige el usurpador de su autoridad, pasa la indolente é inútil vida en los brazos de sus sultanas y concubinas, encerrado en sus palacios y jardines. ¡Cuán diverso su omnipotente ministro!
Volvió de ella, y dejándose llevar de su crueldad, dispuso que crucificasen a los diez principales promovedores del motín. Tiempo hacía que se conspiraba contra Alhakem. El horroroso espectáculo de los diez ajusticiados excitó la compasión y el furor del pueblo. La conjuración estalló prematuramente. La rebelión fue vigorosa. Casi todos los muladíes o renegados españoles tomaron parte en ella.
Con estas palabras y otras tales entretenían al Bajá, que en ninguna manera se quería entretener más allí, porque los cristianos desharían su armada, y estaba á gran peligro; y si como entonces se entendía de los mismos renegados, si 25 ó 30 galeras de cristianos bien en orden parecían, no solamente bastaban á dar socorro al fuerte, mas cobraban todo lo que se había perdido, con mucha honra, y desto tenía gran temor el Bajá, por tener toda su gente en tierra, así los soldados como la chusma, y así sus galeras como las que tomaron á los cristianos estaban todas desarmadas, que no tenían 50 hombres por galera, y tenían los remos y timones en la mar, temiendo que los esclavos cristianos se alzasen con las galeras, y así los cristianos perdieron en esto una gran ocasión, que á lo menos debían parecer y hacer muestra que eran vivos, que tocando solamente una arma en la mar, bastaba para hacer embarcar el Bajá con todos sus turcos, sin esperar más, y por lo menos el fuerte era socorrido y quedaba libre, porque los cristianos podían salir fuera á tomar agua y otros refrescos, y á deshacer las trincheras y reparos de los turcos.
Los que asimismo dan razon de los renegados cristianos que habitan en el Chaco, Luis Ramon y Juan Antonio, pampas de la reduccion del Rio Cuarto que residen en Tenel, Lepian y Llanquelemus. Es lo que se ha podido adquirir de los referidos indios, y aunque he procurado inquirir con preguntas y repreguntas, no se ha podido conseguir mas individual noticia.
Veréisle aumentar su hueste de renegados hasta reunir mil mamelucos de infantería y cinco mil de á caballo, y la guarda de su persona hasta dos mil eunucos; oirá y juzgará por sí mismo las causas de los pobres, perseguirá severamente á los malhechores, será liberal con los necesitados, estrenuo y sabio en sus determinaciones.
»En fin, yo me determiné de fiarme de un renegado, natural de Murcia, que se había dado por grande amigo mío, y puesto prendas entre los dos, que le obligaban a guardar el secreto que le encargase; porque suelen algunos renegados, cuando tienen intención de volverse a tierra de cristianos, traer consigo algunas firmas de cautivos principales, en que dan fe, en la forma que pueden, como el tal renegado es hombre de bien, y que siempre ha hecho bien a cristianos, y que lleva deseo de huirse en la primera ocasión que se le ofrezca.
Uno se ofreció á quemar las municiones; otro, de atosigar el agua de las cisternas; otro, de dar fuego á las galeras. Con las promesas destos persuadió Dragut al Bajá que intentase tomar el fuerte. También inviaron algunos renegados que animasen y ayudasen en ello. Decían éstos que se huían de los turcos por tornarse á la fe, que los habían hecho renegar por fuerza siendo niños.
Allende desto, el Bajá estaba con gran recelo y duda de detenerse allí, y se quería embarcar, porque había entendido que dentro del fuerte los cristianos hacían agua dulce del agua de la mar, sacándola por alambiques, como en efecto era verdad que se hacía, mas no bastaba para dar recaudo á todos los cristianos, y así Dragut deshacía todas estas cosas diciendo que los españoles eran mañosos y cautelosos, y que daban á entender que hacían esta agua, mas que no era verdad, ni menos podía ser, y así hacía detener al Bajá, según se entendía dentro del fuerte por vía de un renegado, el cual venía muchas veces de noche á hablar con D. Alvaro, y le traía avisos de todo cuanto se hacía en el campo, y esto también se entendía por pólizas que otros renegados tiraban con las flechas y caían dentro del fuerte, y éstos no osaban venirse á él, dudando de la falta que después hobo del agua, que al fin habían de venir á perderse y que á ellos les harían pedazos.
Palabra del Dia
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