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Actualizado: 23 de julio de 2025


Trátala como a una flor, y así como yo procuro rodearla de una atmósfera templada, rodéala también de un amor suave y sereno. Ya se me alcanza lo difícil que es esto para un hombre joven y fogoso como ; pero considera que en lo que te pido va su propia vida y que, si vuelve a repetirse la crisis, ya no respondo de nada.

Llama, por último, á Rodrigo, que se encoleriza observando la preferencia que su padre ha dado á sus hermanos más jóvenes, y cuando estrecha también su mano, exclama colérico que le daría un bofetón si no fuera su padre. «Ya no fuera la primerale contesta Don Diego; demuestra su alegría en un fogoso discurso al ser testigo del varonil orgullo de su hijo, y le encarga que vengue el insulto hecho á su honor.

Al fin el conde se decidió a escribir una carta a su antigua amante. «En este momento acaban de decirme que nuestra Josefina, nuestra adorada Josefina, está padeciendo martirios increíbles de tu mano. Creo que es una vil calumnia. Conozco tu genio, que es vivo y fogoso, pero noble. No puedo atribuirte semejante cobardía.

Era Xuantipa, la mujer legítima del agudo, elocuente y fogoso zapatero. El nombre Xuantipa provenía, por contracción, de Xuana la Tipa, alias o apéndice adquirido por herencia paterna.

No es fácil decirlo. Seguía tan enamorada de su marido como el primer día de casada; pero Tristán no había respondido a sus anhelos de dicha y amor. No es que se mostrase con ella despegado; al contrario, ordinariamente más que marido era un amante fogoso y rendido, pero las desigualdades y suspicacias de su genio la hacían sufrir bastante. No había instante seguro con él.

El pequeño Telémaco pudo entretenerse rompiendo las viejas coronas del trovador, arrancando estampas á los volúmenes, con la inconsciencia de un niño fogoso que tiene á su padre muy lejos y vive sometido á dos señoras que le adoran. Además, el poeta dejó á su ahijado una casa vieja en Valencia, varias tierras y cierta cantidad en valores cotizables. Total: treinta mil duros.

¡Pues yo lo deshago! replicó Juan en fogoso arranque. Eso se dice ahí, en el escenario, pero aquí en la vida... ¡ya no podemos ser dichosos! ¿Luego me quieres? ¡alma mía! ¿No eres feliz? ¿Qué hombre es ése? ¿Por qué te has enamorado? Cuéntamelo todo. No me atormentes más, que estoy sufriendo mucho...; mira, mira añadió levantando un poco la cortina márchate, que ha comenzado el sainete.

Creíamos, por ejemplo, y nadie que se considerase bien enterado lo hubiera puesto en duda, que el negro era más valiente, más fogoso y más insensible á las fatigas y privaciones que el blanco.

Don Enrique viene con los poderes necesarios para cumplir la voluntad del soberano; pero Don Fernando, en vez de sentir alegría por su libertad, declara en un fogoso discurso, de la más sublime inspiración, que prefiere morir en su ignominioso cautiverio á sufrir que pase á poder de los infieles una ciudad cristiana.

El mozo, quien, como todos los de su clase, admiraba el empuje de su fogoso patrón, y realmente se interesaba en su suerte, no pudo menos de preguntar: ¿Ocurre algo, señor? ¡Quítate de ahí! El mozo se apartó tímidamente. Sonó un latigazo y una blasfemia, pateó el caballo y Jacobo caminaba ya a trote tendido.

Palabra del Dia

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