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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Cuando en él desembarcan, tía Nisca se deja caer en el umbral de la primera puerta que hallan al paso. Con los codos sobre sus rodillas, la cabeza entre las manos, los ojos fijos en la fragata y la cara inundada en llanto, espera inmóvil, como una estatua del dolor, á que el buque desaparezca.

Nela, compañera mía, si fuese verdad, si Dios quisiera tener piedad de y me concediera el placer de verte.... Aunque sólo durara un día mi vista, aunque volviera a cegar al siguiente, ¡cuánto se lo agradecería! La Nela no decía nada. Después de mostrar exaltada alegría, meditaba con los ojos fijos en el suelo.

La señorita Margarita con los ojos fijos sobre la cima de los árboles que bordaban el camino, me dijo entonces con irónica altivez: ¿Será menester pedirle perdón? Ciertamente, señorita respondí con firmeza si alguno de los dos tiene que pedir aquí perdón, sería usted seguramente: usted es rica y yo soy pobre; usted puede humillarse... ¡y yo no! Hubo un momento de silencio.

Lo que está usted oyendo. Ya nadie nos conoce sino por el mal nombre que nos han puesto esos condenados monacillos. ¡Estoy atónito, Rosita! No puedo creer... Don Modesto se quedó con la boca abierta y los ojos fijos en el suelo. , señor continuó Rosa Mística ; la vecina es quien me lo ha dicho, escandalizada, y aconsejándome que vaya a quejarme al señor cura.

Toda la construcción tembló de la base a la cima con gran ruido, pero sin ceder, pues, como hemos dicho, esas edificaciones son solidísimas. Si hay arriba alguien durmiendo, ya despertará. Esperaron con los ojos fijos en la cabaña aérea; pero ningún ser humano apareció en la plataforma; solamente algunas aves que dormían bajo el techo salieron volando y lanzando gritos de terror.

Aún estaba allí la dama con el rostro vuelto hacia la ventana. Lázaro se volvió á acostar, y pasado un cuarto de hora en que caviló cuanto puede cavilar cabeza humana, se asomó de nuevo y vió la misma figura blanca, inmóvil en el mismo sitio y con los dos terribles ojos negros fijos en la ventana. Aquello le acabó de confundir.

Si éste hablaba, parecía beber ella sus palabras, con una expresión admirativa en los ojos, como si la subyugase la cultura del joven, que aún adquiría mayor realce entre sus rústicos compañeros. Isidro la miraba algunas veces. ¡Hermosa era la hija del Mosco! Cada vez la encontraba más guapa. Adivinaba su admiración, pero aquellos ojos negros fijos en él sólo le inspiraban un vago agradecimiento.

A pesar de la actitud severa de las dos damas y de su tío, Lázaro experimentó cierto descanso moral en aquella casa. Advirtió á Clara silenciosa y apartada: no alzaba los ojos, no decía palabra. Lázaro, siempre que miraba hacia aquel sitio, encontraba los ojos negros de la devota fijos en él con tenaz atención.

En su extraña situación, viviendo durante el día de jugueteos infantiles con una muchacha que no despertaba en él más que el regocijo de la camaradería fraternal y durante la noche de tristes recuerdos, lo único que le placía era la confianza de su madre, la tranquilidad de la casa, el poder ir y venir sin sentir fijos en él unos ojos irritados y escuchar palabras de indignación ahogadas entre dientes.

Después de esta lamentación siguió hablando, en medio de un profundo silencio. Todos los ojos estaban fijos en él. Sus compatriotas esperaban un cuento divertido que les hiciera reir ó una historia interesante que les obligase á estirar el cuello con asombro y curiosidad, hasta la hora de acostarse.

Palabra del Dia

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