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Actualizado: 3 de mayo de 2025
En dos días no vino al Zarzal el cura; entristecime yo por haberle fastidiado tanto, y el tercer día me encaminé hacia la casa parroquial, para disculparme. Le hallé en la cocina, frente a un frugal desayuno al que hacía los honores con tantos bríos como apetito. Señor cura le dije en tono relativamente humilde, ¿estáis enojado? Algo, Reinita, algo; no quieres hacerme caso nunca.
¡Oh! no son ellos los únicos que aprovechan hábilmente «la ocasión...» Supongo que usted no se ha fastidiado en el almuerzo. El señor Martholl, ese feliz mortal tan elegante, ¿es tan admirable en su conversación como en su manera de bailar el boston?
He oído decir que el carácter del señor Cané es tan jovial como bondadoso y franco: en su libro ha querido, sin duda, hacer gala de escepticismo, y deja entrever con mucha ¿demasiada? frecuencia, la nota siempre igual del eterno fastidio. Y, sin embargo, ¡qué amargo contrasentido encierra ese original deseo de aparecer fastidiado!
Mientras examinaba la pierna del maestro Zeli, el señor Durand sacudió tres o cuatro veces la cabeza y silbó, muy bajo, es verdad, el aire del Botón de rosa, para acabar diciendo: Estás... fastidiado, viejo mío. ¡Ah! pero, ¿de veras? Sí, sí. Entonces, si tú eres un buen muchacho, toma mi pistola y levántame la tapa de los sesos. Iba a proponértelo. Gracias. ¿No tienes ningún encargo que hacerme?
Salí de la sala tan fastidiado que no permití que nadie me acompañara. En el «hall», mientras me ponía el gabán, oí que los dueños de casa se consultaban, estupefactos... Se irá porque tiene siempre la costumbre de jugar al billar después de comer decía la señora. Tal vez contestaba el señor. Pero más bien parece que le ha hecho mal la comida... Se ha indispuesto repentinamente.
Era cierto que aquel mocetón, frío, espiritual y fastidiado, le había intimidado siempre; sentíase inquieta cuando se le acercaba en su salón. Creyó recordar, sin embargo, que siempre la había tratado con una cortesía excepcional, dispensándola de las bromas burlescas con que gratificaba a las demás mujeres. Halagábala el pensar que era respetada por aquel libertino.
¿Habéis oído nunca cosa semejante? le dijo la señora Kimble, algo sorprendida, a su vecina. Ahora, señoras, os ruego que me dejéis pasar dijo el doctor Kimble, saliendo de la sala de juego, bastante fastidiado por la interrupción; pero estaba avezado por el largo ejercicio de su profesión a obedecer a los llamados desagradables, aun cuando había bebido con exceso.
En su memoria no quedaba otro recuerdo del camino recorrido que un desierto inmenso y desolado, en cuya uniforme llanura se levantaba un pequeño montón de piedras, la tumba de su hijo. Hacía tiempo, observaba que Guillermito enflaquecía y lo hizo notar a Abner, pero los hombres no entienden de criaturas, y, además, estaba fastidiado por un viaje con tanta gente y en tales condiciones.
A menudo se oye decir á la salida de los teatros la comedia no tiene sentido común, pero me ha interesado ó me ha divertido: ó bien, mucho me ha fastidiado el drama, pero confieso que tiene mérito literario y ¡qué buen verso!
Es un juego rutinario y mecánico. ¿De dónde sale usted que no lo sabe? Yo repuse ingenuamente: Vengo de Venado-Tuerto. ¡Ah, comprendo! agregó Villalba. ¡En Venado-Tuerto lo jugará hasta el cura! Cierto... Mi amigo lanzó una franca carcajada, diciéndome: ¡Y nos viene usted con la moda de Venado-Tuerto! Nada repliqué, más confuso que fastidiado...
Palabra del Dia
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