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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Fastidiado el señor Cané, cuando, en la flor de la edad ha recorrido las más altas posiciones de su país, no encontrando por doquier sino sonrisas, no pisando sino sobre flores, ¡niño mimado de la diosa Fortuna! ¿No será quizá ese aparente fastidio un verdadero lujo de felicidad?...

En este medio tornaron las galeras que habían ido á Mesina. El Visorrey, fastidiado de haberse detenido tanto en Malta, dió priesa á la partida, y á los 9 de hebrero se salió de casa del Maestre sin despedirse dél ni hablarle, se fué á embarcar. El Maestre quisiera tornarle aquella noche á casa y no pudo.

Frente a , con la cara roja como una amapola, con los ojos alzados, estaba una inglesa, algo como una nodriza o sirvienta de alguna familia inglesa de Bogotá; trabó en el acto conversación conmigo, y aunque yo, fastidiado, irritado en ese instante, no le contestaba una palabra, encontró medio de contarme que había hecho sola todo el camino de Bogotá a Bodegas porque, como los peones que la acompañaban lo causaban más aprensión que confianza, les daba plata para que se fueran a beber chicha o guarapo en todas las botillerías de la ruta, sistema cuyo resultado fue que quedasen tendidos en el camino.

¿Qué ha oído, querido amigo? ¿qué es eso? Los títulos que me ha acordado usted: maricón, y Dios sabe qué más. Y él, sin alterarse en lo más mínimo: Siempre lo he dicho, todos los días se lo estoy diciendo a mi mujer: las puertas no sirven para nada. Pero no hay que tomarlo a mal, mi viejo amigo. ¿Comprende?... siempre me ha fastidiado que usted se hubiera puesto de parte de Pütz.

Perdonad dijo Juan Montiño ; estaba, y lo estoy, fastidiado; os he confundido con esa turba que me miraba sonriendo, y acaso por equivocación os he ofendido... Perdonad, yo no os conocía, no os había visto hasta hoy. Y tendió su mano al alférez.

En una palabra, disgustado al verse desairado, fastidiado de los escrúpulos y objeciones que se le oponían sin cesar, y ocupado, a más, por otro lado más agradablemente, retirose a su tienda definitivamente, de donde su mujer ni aun intentó sacarle. Sería un error creer que porque una mujer renuncie al amor de su marido en particular, deje por eso de amar en general.

¿No está usted loco? dijo con un sacudimiento interrogativo de todo su cuerpo. No. ¿Ni fastidiado? No. ¿Ni hambriento? No. ¿Ni pensando en ella? ¿En quién, Melisita? En aquella chica blanca. No. ¿Me da usted palabra? . ¿Y por su sagrado honor? . Entonces Melisa le dio un beso salvaje, saltó del árbol y se escapó volando.

¡Arrayua! ¡El Cura! exclamó el cochero en voz alta . Nos hemos fastidiado. Abajo todo el mundo mandó el Cura. Egozcue abrió la portezuela de la diligencia. Se oyó en el interior un coro de exclamaciones y de gritos. Vaya. Bajen ustedes y no alboroten dijo Egozcue con finura.

Mas me importaba un bledo la vida. Tenía un cura para ejercitar mi lógica y esto me bastaba. Cuando le había fastidiado, hastiado y hostilizado mucho, esforzábase en dar a su fisonomía una severa expresión, pero se veía obligado a renunciar a su proyecto, porque su boca risueña siempre, rehusaba en absoluto obedecerle.

Por la tarde, iba a dar una vuelta a pie hasta el puente de las Almas: era la hora más pesada del día. La turba abyecta se paraba a contemplar los bostezos del Nabab fastidiado. A veces sentía la nostalgia de mis tiempos de empleado.

Palabra del Dia

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