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Creí que las lágrimas que me esforzaba en reprimir, iban a ahogarme. Vi que no podría contenerme por más tiempo, y me levanté bruscamente. Buenas noches, Roberto dije, sin tenderle la mano. Estoy extenuada, necesito acostarme; deja, un criado me indicará el camino. ¡Deja, te digo! Grité esas últimas palabras como impulsada por el enojo: él se detuvo, cortado.

Extenuada por el dolor, se deja caer sobre la hierba. Querría quedarme tendida aquí un momento dice enjugándose el sudor frío que cubre su frente. Después esconde su rostro entre el césped y permanece así algunos segundos, sin movimiento. El se inquieta. Ven dice; te vas a resfriar. Ella le tiende la mano derecha, volviendo el rostro. Levántame.

Los restos del Orfeo del ramaje se disuelven en el estómago del negro burgués subterráneo. Después de una vida de cinco ó seis semanas, que le parece larguísima, la cantora cae de lo alto del árbol, extenuada por tanta música, tanta poesía, tanta embriaguez ruidosa. El sol seca su cadáver y los transeúntes lo aplastan con sus pies.

Declararse extenuada, era abrirme su corazón a dos manos y mostrarme el mal que en él había hecho yo. No lanzó ni un gemido de angustia. Se desplomó desfallecida. Un día le dije: Me ha curado usted, Magdalena; ya no la amo. Ella se quedó parada, se puso horriblemente pálida y vaciló como espantada por una maldad que la penetraba hasta el fondo del alma.

Lucía sacó á Clara fuera de la alcoba, sosteniéndola por debajo de los brazos y tirando de ella. Doña Blanca, entre tanto, no pudiendo resistir más á la honda emoción, extenuada, rendida, cayó de nuevo en la cama, con temblor convulso y rigidez de los tendones, lo cual fué cediendo con lentitud y dando lugar á un desfallecimiento profundo.

Las pulmonías y las fiebres perniciosas son terribles en Villaverde, pocos ancianos las resisten, y mi pobre madrina, achacosa, débil, extenuada por largos padecimientos, tendría que sucumbir. Pero no, por qué, si la queríamos tanto... si era tan buena, tan cariñosa... ¡si era una santa! Por aquí, señor, por aquí llegaremos más pronto... me dijo Mauricio, que iba a mi lado.

Ni las duchas, ni el aire, ni el ejercicio de los músculos podían nada contra su dolor. Y otra vez, en el terrado de la Casa de Salud, había pasado por delante de ella, más de cerca, y por mucho que ese encuentro hubiera sido tan rápido como el primero, había tenido tiempo de notar que su extenuada belleza se había reanimado e iluminado de improviso. ¿Qué decía esa mirada?...

¡Mi pobre amigo! Era fatal llegar a esto. ¡Si supiera usted cuánto le amo! No se lo habría dicho a usted ayer: hoy puedo confesarlo puesto que es la palabra prohibida que nos separa. Ella, extenuada poco hacía, había hallado por milagro no yo qué recurso de virtud que le prestaba fuerza suficiente. Yo no tenía ninguna.

Al terminar el juego se marchaba, apoyada en un brazo de Valeria, saludando á todos con una amabilidad extenuada y victoriosa. Algunas veces, como una enferma que se deja nutrir á regañadientes, aceptaba los sándwichs y la taza de que su acompañante hacía traer á la mesa de juego. Una noche ¡noche memorable! se cerró el Casino sin que ella cesase de ganar.

Allá en la negra noche, rasgada por relámpagos inquietos y llorada por negros nubarrones, hiciste de tus lágrimas derroche, para llorar tus retos en un ¡ay! de deshechas ilusiones. Muerta, más no vencida, tu alma extenuada y fría comprendió la grandeza del dolor; del dolor que afrontó con heroismo, para hacer de la vida una trágica negra poesía; para hacer del amor un sublime grandioso fanatismo.