Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de junio de 2025
Las señoras lo hicieron con una compostura y un recogimiento que edificaba: las ebúrneas manos, donde los diamantes y esmeraldas lanzaban destellos, cruzadas humildemente; la hermosa cabeza hundida en el pecho. Estaban irresistibles. Aunque no fuese más que por galantería, el Supremo Hacedor estaba obligado a concederles lo que pedían.
Les aguardaba al otro lado del pantano o de la selva la ciudad de encantamiento, con sus techos deslumbrantes y un monarca poseedor de montañas de esmeraldas, que acabaría por darles su hija más hermosa y con ella todos sus tesoros.
Del cuello pendíanle sartas de perlas, cadenas de oro con docenas de sortijas enhebradas, que esparcían al moverse mágicos resplandores. La túnica y el delantero del manto iban chapados de relojes de oro prendidos con alfileres, pendientes de esmeraldas y brillantes, sortijas con piedras enormes cual guijarros luminosos.
Las esmeraldas sientan bien a las linfáticas; pero usted es como la uva de Jerez, doradita por fuera y guardando en el corazón un licor que marea y embriaga. ¡Si dijera usted como una pasa! ¡Oh, no, marquesa! ¡oh, no!... Y el general rechazó con fuego la especie y empleó toda su elocuencia en desbaratarla como si tuviese delante un ejército enemigo.
El día empezaba á declinar. Su mirada vagó algún tiempo por los contornos de la casa; por el jardín, cuyos árboles se iban tornando amarillos; por los prados, que como un cinturón de esmeraldas lo circundaban; por las tierras dilatadas de maíz que ostentaban ya con orgullo sus mazorcas rebujadas. Al cabo se detuvo con insistencia en un grupo de casas que apenas se distinguía en el fondo del valle.
Al volar por los aires, reflejando al sol sus tonos rubios, esmeraldas y oro y plata brillantísimos, parecen flores animadas o mariposas gigantescas. Si abundaban las plantas y los árboles, faltaban, en cambio, absolutamente los hombres. No se descubría rastro siquiera de ellos en aquellas orillas. ¿Se hallaban los náufragos en una costa desierta?
Refieren las crónicas que vamos extractando que, terminado ya aquel opíparo y poco alegre festín, el Príncipe de las esmeraldas, volviendo en sí como de un sueño, alzó la voz y dijo: Secretario, tráeme la cajita de mis entretenimientos. El secretario se levantó de la mesa y volvió de allí a poco con la cajita más preciosa que han visto ojos mortales.
Sólo á la entrada del puerto de Mónaco las dos torrecillas octogonales tenían en sus cimas un faro rojo y un faro verde, que derramaban sobre las aguas un zigzag de rubíes y otro de esmeraldas. En esta penumbra, puesto de pie y mirando á los astros, Novoa hablaba de la poesía de la inmensidad, de las distancias que dan el vértigo al cálculo humano.
Al día siguiente cuando se levantó, observó que la funda de cuero de su revólver estaba vacía: abrióla y dentro encontró una papel que contenía el relicario de oro con las esmeraldas y brillantes y algunas líneas escritas en tagalo que decían: «Perdonareis, señor, que estando en mi casa os prive de lo que es vuestro, mas, la necesidad me obliga, y en cambio de vuestro revólver os dejo el relicario que tanto deseabais.
En amplio canastillo de flexibles entretejidos juncos, de pie y abrazándose se colocaron los novios; y cuantos allí asistían derramaron sobre sus cabezas puñados de arroz que tomaban de otros canastillos menores. Morsamor asió luego el táli, largo cordón de seda y oro en cuyos extremos resplandecían dos esmeraldas.
Palabra del Dia
Otros Mirando