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El escrito que pongo aquí, ya copiando y ya extractando o saltando no pocos párrafos, es como sigue: La admirable escultura de D. Manuel Alvarez, que representa a San Vicente Ferrer, vino a poder de mi madre en el año de 1801. Se la legó al morir el reverendo padre capuchino fray Atanasio, que la custodiaba en su celda desde el año de 1785.

Luego leyó, extractando e interpretando en nuestra lengua vernácula el contenido de las páginas por donde el libro estaba abierto: «

Los diversos apuntes manuscritos de los que hemos ido extractando y compaginando esta historia hasta ahora clarísima, presentan aquí contradicciones que conviene resolver y obscuridades que conviene disipar por medio de hipótesis. ¿Cómo pudo Morsamor salir del misterioso y fantástico país de los mahatmas y hallarse de nuevo en terreno de ser y realidad más reconocidos?

No relataré minuciosamente las idas y venidas, las palabras vivas y los comentarios que entonces entre las autoridades mediaron, y cuál serio, formal y grave, fué el corte que tomó el asunto. «Los diputados de la procesión sigo extractando de la Relación y otros prebendados acudieron á esperar las religiones, que aun no habían salido todas.

Dada la belleza indisputable de sus obras, no puede achacarse á otra cosa que á su exagerada amplitud. Y la prueba de ello es que en Francia y España, á fin de que pudieran ser gustadas, se han publicado algunos epítomes ó compendios extractando de ellas lo más interesante.

Schet se llamó más tarde Arsinoe, en honor de la segunda reina de este nombre, hija de Ptolomeo I. El libro, de que vamos extractando todas estas noticias, se titula Guía de la Exposición; está impreso en la imprenta Imperial y Real de la Corte y del Estado, y ha sido compuesto por tres principales autores. En lo egipcio ha trabajado el Sr. J. Krall; en lo greco-latino el Sr.

Pepita se asusta y se escandaliza de esta improvisada fortuna, pero yo le digo que no sea tonta: si su hermano es y había de ser de todos modos un pillete, ¿no es mejor que lo sea con buena estrella? Así pudiéramos seguir extractando si no temiésemos fatigar a los lectores. Concluiremos, pues, copiando un poco de una de las últimas cartas.

Refieren las crónicas que vamos extractando que, terminado ya aquel opíparo y poco alegre festín, el Príncipe de las esmeraldas, volviendo en como de un sueño, alzó la voz y dijo: Secretario, tráeme la cajita de mis entretenimientos. El secretario se levantó de la mesa y volvió de allí a poco con la cajita más preciosa que han visto ojos mortales.

Para no fatigar á los que me lean no seguiré extractando aquí el inmenso cúmulo de acusaciones que lanza contra los jesuítas el autor anónimo. Recomendaré, sin embargo, la lectura del capítulo El Mujerío, porque tiene muchísimo chiste.