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Actualizado: 22 de mayo de 2025
La recuerdo siempre en la casa sombría de su padre, y a su recuerdo uno el de la Diana Vernon de Walter Scott. Al mismo tiempo que la conocí leí la obra del novelista escocés, y no puedo pensar en mi querida muerta sin recordar la figura literaria del gran escritor. Cuando ella murió me decidí a dejar Francia y a volver a Lúzaro con mi hija y con Allen, que no quería separarse de mí.
Se veía con la imaginación vistiendo el trajecito escocés de su niñez, cuando su madre, con tocas de viuda, le llevaba a la Glorieta a que jugase con las niñas, pues su timidez y debilidad no le permitían alternar con los revoltosos muchachos. ¡Cuan hermosa estaba con sus negras tocas!
Llena aún mi fantasía de mi nocturno viaje, abro los ojos, y todos los trajes apiñados, todos los países me rodean en breve espacio: un chino, un marinero, un abate, un indio, un ruso, un griego, un romano, un escocés... ¡Cielos! ¿Qué es esto? ¿Ha sonado ya la trompeta final? ¿Se han congregado ya los hombres de todas las épocas y de todas las zonas de la tierra a la voz del Omnipotente en el valle de Josafat?... Poco a poco vuelvo en mí, y asustando a un turco y a una monja entre quienes estoy, exclamo con toda la filosofía de un hombre que no ha cenado, e imitando las expresiones de Asmodeo, que aún suenan en mis oídos: El mundo todo es máscaras: todo el año es Carnaval.
¿De manera que usted ha conocido a Tristán de Ugarte? preguntó el viejo. Sí. ¿Usted también lo ha conocido? ¡Ya lo creo! ¡Era pariente mío! Es verdad ... Se parece usted a él en la voz..., en algo, no sé en qué ... ¿Y qué fué de su vida? Murió hace unos meses. ¿En España? Si. ¿Con quién vivía? Con su hija y con un criado, alto, rojo ... ¿Escocés, quizá? Si. Allen: lo recuerdo.
Mal puede ser otra cosa, cuando casi todos los grandes señores de Inglaterra y Gascuña están aposentados detrás de esos muros y el que más y el que menos quiere que el clarín á su servicio se oiga tanto y tan frecuentemente como el de su vecino. Á fe mía que me recuerdan un campamento escocés por la zambra que arman éstos con sus gaitas.
Á buena parte vienes, Simón, como si para lances tales valiera más un arquero machucho, por bueno que haya sido, que uno de esos zánganos mozos con ojos de lince y puños de hierro. Pero en fin, déjame tomarle el tiento á ese arco tuyo, Roldán, que me parece de los buenos. Escocés de construcción, no hay más que verlo, ligero y flexible á la vez que poderoso.
El primer flechazo que tiré desde las filas, y á matar, fué allá por Milne, un pedregal escocés lleno de cañadas y vericuetos. Nos mandaban Berwick y Copeland, el mismo que después hizo prisionero al rey de aquellos montañeses. Buena escuela, recluta, buena escuela es aquella para gente de guerra, y siento que antes de llevarte á Francia no hayas dado un paseo por aquellos riscos.
Algunas veces, por desgracia, el príncipe ruso vestido con pieles finas o el noble escocés que lucía torneada y robusta pantorrilla con media de cuadros brillantes, se convertían de repente en un caballero enfermo del hígado, pálido, delgado, tocado con sombrero de jipijapa, que se despedía de la señora de sus pensamientos diciendo: «Adiosito.
Las gentes del país prescinden con frecuencia del casamiento, por los muchos papelotes, molestias y gastos que exige. ¿Pero dudar de su talismán?... ¿Tener por falsa su historia?... Oiga, don Inglés. El escocés quiso protestar al oir que le llamaban así, paro se quedó con la boca entreabierta por la sorpresa, dándose cuenta de que este error era intencionado y representaba un insulto.
Puede salir del paso con el peinador de muselina y los zapatos de raso, si encuentra en el vestíbulo un sombrero, sus zuecos de jardín y el gran chal escocés que se pone los días de lluvia para manejar. Entreabre su puerta con infinitas precauciones; todos duermen en el castillo; deslízase a lo largo de las paredes, a través de los corredores, y baja la escalera.
Palabra del Dia
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