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Actualizado: 18 de julio de 2025
Ya sabe usted lo que hemos convenido. Sólo lo hacemos por usted. Yo no puedo prosiguió Elías, haciendo una gran reverencia, yo no puedo decir á este muchacho que se quede en esta casa. Su conducta ha sido tan escandalosa, que no me atrevo....
Jamás podia creer Doña Juana semejante trato en su esposo. La escandalosa escena que acabamos de pintar, no tardó en llegar á oidos de la reina Isabel, y tuvo tan gran sentimiento, que fue la causa de que se agravase mas su enfermedad.
Pero era curiosa, y abrió las orejas cuanto pudo, a fin de no perder sílaba de una lectura tan poco común. Qué asombrados se quedarían los aiglemonteses si tuvieran noticias de una correspondencia escandalosa como ésta... dijo, todavía, antes de callarse definitivamente. Se trata de un secreto entre nosotras hizo observar la de Ribert, y cuento con la discreción de usted, Francisca.
¡La imprudencia, la torpeza! ¡Eso! ¡Eso! ¡Pobre don Víctor! Sí, pobre, y Dios le haya perdonado... pero él, merecido se lo tenía. Merecidísimo. Miren ustedes que aquella amistad tan íntima.... Era escandalosa. Aquello era... ¡Nauseabundo! Esto lo dijo el Marqués de Vegallana, que tenía en la aldea todos sus hijos ilegítimos. Obdulia asistía a tales conversaciones como a un triunfo de su fama.
Y designaba con los ojos a los ocupantes de la mesa inmediata. Gente buena, pero escandalosa continuó ; cow-boys en traje de domingo, que van a estudiar la ganadería de las Pampas; comisionistas de Nueva York, que sacan a puñados los billetes de Banco de los bolsillos del pantalón y necesitan cantar a cada momento para que se fijen en ellos... Ya se han bebido seis botellas y roto dos.
Cuando estaba en Cambridge de estudiante, tenía en su casa un oso y varios perros de presa, y cada día contaban de él una historia escandalosa: aquél era sin embargo el niño sensible que a los doce años había celebrado en versos sentidos a una prima suya. Leía con afán todos los libros de literatura, y a los dieciocho años publicó para sus amigos su primer libro de versos: Horas de Ocio.
El duque de Lerma, que había tenido aquella mañana una entrevista escandalosa con su hija la condesa de Lemos, debía tener aquella noche otra con su hijo el duque de Uceda. Condiciones eran de su posición. Había asaltado el poder por medio de intrigas y de bajezas, y la bajeza y la intriga debían acometerle á su vez.
La escandalosa de mesana, como si obedeciese a su voz, cayó. La barca siguió acercándose cada vez con más pausa. El viento no conseguía henchir las velas bajas: la cangreja pendía del palo lacia y desmayada como un vestido de baile usado. Pronto quedaron aferradas aquéllas y arriada ésta, y el barco comenzó a caminar con sosiego desesperante remolcado por los dos botes.
¡Ah! francamente dijo riendo la señora de Maurescamp , si he de dar crédito a las voces que corren, os halláis muy lejos de los amores de los ángeles. ¿Qué queréis? Me han desanimado dijo el señor de Lerne riendo a su vez . ¿Me permitís, señora, contaros una historia escandalosa?... Me interesará mucho... pero supongo que tendré que irme a la mitad. Yo no lo creo.
Tal inquietud subió de punto y se convirtió en miedo cuando supo que Antonio y María, después de una escandalosa reyerta en que se arañaron y apalearon, habían concluído por separarse: él se quedó en casa y ella se fué á la de su hermana. Justamente acababa de recibir la noticia cuando tropezó en la calle con Manolo Uceda. Andaba éste retraído hacía algún tiempo.
Palabra del Dia
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