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Actualizado: 18 de julio de 2025


El moreno seductor quedó cohibido por la escandalosa publicidad con que acogía esta señora sus insinuaciones misteriosas. Ferragut habló de acostar al badulaque sobre sus ostras y caracolas bajo un buen par de bofetadas. No sea usted ridículo protestó ella . ¡Pobre hombre! Tal vez tiene mujer y larga prole... Es un padre de familia que desea llevar dinero á casa.

la Buena Gloria, repito, continuó después en toda su escandalosa solemnidad, á despecho de sermones, de anatemas y del entremés citado; atravesó impávida épocas de tirantez é intolerancia, y sin que nada haya podido contra ella, logró aclimatarse en la moderna atmósfera de fósforo y vapor, y aquí existen todavía en uso sus inconcebibles prácticas .

Quizás valiera más así, porque bien las necesitábamos los arqueros blancos por aquel entonces. El piadoso Roger escuchaba horrorizado aquellos detalles. Las creencias de toda su vida, su profundo respeto por la dignidad pontificia, la veneración que profesaba al jefe visible de la Iglesia, todo le impulsaba á protestar contra la escandalosa irreverencia del soldado.

Necesita usted objetos que le sugieran la idea santa de Dios, ocupaciones que le llenen el alma de energía piadosa, que satisfagan sus instintos, como usted dice, de amor universal.... Pues todo eso, hija mía, se puede lograr, satisfacer y cumplir en la vida, aparentemente prosaica y hasta cursi, como la llamaría doña Obdulia, de una mujer piadosa, de una... beata, para emplear la palabra fea, escandalosa.

Ella, con la rápida percepción de su claro entendimiento, comprendió al punto todo lo grave del compromiso, y una idea horrible, la del sacrilegio, cruzó por su mente cual un pájaro siniestro... Mas se detuvo asustada ante ella, porque aun la mala mujer española es rara vez impía; allá, en el fondo de su corazón, cree siempre y teme, y menos aterra el sacrilegio a la falsa devota que a la francamente escandalosa.

A todas las manchas de las paredes, a todas las sombras de los faroles les contaba, gruñendo, la historia de su ruina, y no había piedra de aquel camino, que no supiese la escandalosa leyenda de la fortuna del Magistral.

Y el Tato, con su impetuosidad escandalosa, decía a gritos: ¡No hay justicia en el mundo! ¡Esto se ha de arreglar! ¡Mire usted que morir de hambre una criatura en una casa donde corre el dinero y tantos tíos se visten de oro...! Cuando se llevaron al muertecito camino del cementerio, pareció que el claustro quedaba abandonado. Toda su vida se reconcentró en la casa del zapatero.

El Conde estaba sin amores conocidos, la crónica escandalosa no designaba, ni en la sociedad elegante, ni entre la gente de la clase media, ni entre las bailarinas y actrices, ninguna que le tuviese cautivo en sus redes. En sujeto de tanto valer, tan gallardo y afortunado siempre con las mujeres, era inexplicable esta soledad amorosa, si no se suponía alguna pasión oculta.

Cuando después de una separación escandalosa se refugió en casa de su hermana con una niña todavía en la cuna, resto de aquel lamentable naufragio, aceptó sin dificultad y hasta con una especie de alivio las condiciones de la condesa, que exigió que Blanca pasase por hija suya y que no se hablase jamás de la madre, a quien se negaba a reconocer por cuñada.

Creyó el gran perdis que su amigo estaba loco, y en el fondo de su alma le compadecía, aunque admiraba el atrevimiento de Rubín para hacer la más grande y escandalosa calaverada que se podía imaginar. ¡Casarse con una...! Esto era un colmo, el colmo del buen fin, y en semejante acto había una mezcla horrenda de ignominia y de abnegación sublime, un no qué de osadía y al mismo tiempo de bajeza, que levantó al bueno de Rubín, a sus ojos, de aquel fondo de vulgaridad en que estaba.

Palabra del Dia

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