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Está usted equivocado. que le aprecia mucho... Cuando se habla de usted.... ¡uf! le pone por las nubes... ¡, para tenerme más lejos aún! repuso con sonrisa melancólica. Paca insistió.

Es lo más conveniente, para él y para ella, que el matrimonio no se realice. Es lo más conveniente en todos los sentidos, incluso el religioso. Dijiste al principio que el muchacho ya no está en condiciones de ser un buen sacerdote. En eso estás equivocado. Ahora que está en condiciones; ahora, que ha gustado el dulzor y el dolor de la vida. Dios prefiere a los pecadores arrepentidos.

De este modo siguieron la defensa, hasta que murieron todos los que tuvieron la temeridad de emprenderla: cuyo hecho se hará muy dudoso, á cuantos por las distancia ó por el equivocado concepto en que habian tenido hasta ahora á los indios del Perú, no puedan hacer un cabal juicio del valor con que despreciaron sus vidas, por sostener tan terrible sedicion.

¡Quién sabe! acabó por decir . Tal vez nos hayamos equivocado. Pero en el instante actual todo está confuso: faltan elementos de juicio para formar una opinión exacta. Cuando termine el conflicto conoceremos á los verdaderos culpables; y si son los nuestros, les exigiremos responsabilidad.

Manuel, cuarenta; y yo, antes te lo he dicho, dieciocho cumplidos. Pues no me digas más. No te has equivocado. A los dos días de estar allí, comprendí que me había metido en la boca del lobo. Pero ¿quieres decirme qué defensa tenía? ¿Qué hacer ni dónde ir?

Todas estas casas tienen ascensor, y todos estos ascensores tienen un letrero que dice: «No funcionaEn una, sin embargo, el ascensor carecía de letrero, lo que me hizo pensar muy mal del servicio. Esta casa es la que no funciona bien me dije. Y, dirigiéndome a la portera, la interrogué sobre el particular. Me había equivocado.

Un doble sentimiento conmovió á Lubimoff: de rabia, por la convicción de que no se había equivocado: aquel soldadito amaba á Alicia; de gozo, al saber que ya no era recibido en la casa, como antes, y rondaba inútilmente en torno de ella. Representaba una alegría negativa, pero alegría de todos modos, al ver á aquel jovenzuelo en una situación igual á la suya.

¿Se habría equivocado? ¿Sería Juan, u otro cualquiera que se le pareciese en el modo de toser? Si fuese él, ¡qué dulcísimo miedo! Si no, ¡qué tranquilidad... y qué desilusión! Era en verano, y el cuarto había permanecido todo el día cerrado; así que entre su propio sofoco y el calor de la habitación, Cristeta no respiraba a gusto. Sin mover ruido fue al balcón y lo abrió. ¡Qué hermosa noche!

¿Qué es esto? dijo don Juan , ¿nos habremos equivocado de puerta ó se habrá arrepentido doña Clara? No; sino que aquí también hace sueño, ¡ya se ve! ¡es tan tarde! Y Quevedo bostezó y llamó por segunda vez. ¿Quién llama? dijo tras el postigo una soñolienta voz de mujer. ¿No os lo dije? dormían contestó Quevedo ; ¿pero qué hacéis que no contestáis? ¿Quién es? dijo la voz de adentro más despierta.

¡Pero eso no puede ser! rugió de nuevo don Mariano deteniendo a su hija . ¡Este hombre está loco o viene equivocado! ¿Está usted dispuesta a seguirme? preguntó el comisario a la joven. , señor contestó ésta con firmeza. Pues vamos. Don Mariano se llevó las manos al rostro y exclamó con un grito de dolor: ¡Hija mía de mi alma! ¿Qué has hecho?