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Actualizado: 9 de junio de 2025
Unas veces tomaba pie de alguna falta advertida en la ropa, botón caído, ojal roto, o cosa semejante. Otras, era que le ponían un chocolate muy malo para que reventara... ¡como que le quedan envenenar...!, o bien que dejaban los balcones y las puertas abiertas para que entrase un aire colado y le partiese.
El cura, asustado al sentir el frío del agua cerca de la espalda daba órdenes para que el santo volviera atrás. Ya estaba al final de la callejuela, en el mismo río; se notaban los esfuerzos desesperados, el recular forzado de aquellos entusiastas que comenzaban a sufrir el impulso de la corriente. Creían que cuando más entrase el santo en el río más pronto bajarían las aguas.
El instinto suplió a la picardía, el ingenio a la malicia: no pudo la imaginación desentrañar las causas de las cosas, pero vio los efectos y fue bastante para que se le entrase al alma un miedo sano. En su espíritu hubo dos impulsos simultáneos: el despertar a la inquietud moral de la vida y la desconfianza de hacer a nadie partícipe de sus emociones.
Que te echó una reprimenda ... Yo en su lugar.... Nada de eso; que me rogó que entrase, se explicó muy cordialmente conmigo, me acogió con gran benevolencia ... y después.... ¿Y después? repitió Fortunato estremeciéndose. Y después, me hizo quedarme á comer. ¿Has comido en su casa? Antes de ayer.
¡Huy! ¡Huy! exclamaba Juanita . ¿Está dejado vuecencia de la mano de Dios? Pues sería curioso que entrase a jugar al tute con mi mamá, que aún está despierta con ansia. ¿Cómo puede querer vuecencia, en Jugar de hacer con doña Inés una partida de tresillo, hacerle conmigo una partida serrana? ¡Válgame Santo Domingo, nuestro patrono! Yo no me lo perdonaría.
Pero Fernando el Católico no cumplió su promesa faltando á la palabra Real, i á lo que se debia como principe cristiano i como caballero. Una de las primeras diligencias de la clerecía fué querer que en los entendimientos de los moros entrase la verdad de la Fe Católica por medio de las predicaciones.
¡Eeeeh!... ¡Entra, Morito! Fue un berrido espantoso el del Pescadero para que entrase el toro, excitando con estos gritos y con furiosas patadas en la tierra sus entrañas de aire y de junco y su testuz de paja.
Sin embargo, no lo era tanto como él se figuraba. Algunas veces la joven esposa, medio en serio, medio en broma, se encerraba en su cuarto. Allí pasaba tres o cuatro horas sin consentir que entrase, a pesar de los ruegos cariñosos que le dirigía por el agujero de la llave. Te privo de mi vista por algún tiempo decía después riendo, para que desees más el tenerme junto a ti.
Esto había sucedido natural, sencillamente, sin provocación de una parte o cálculo de otra, sobre todo sin intención en Lázaro, que se encontraba preso en una red, no porque se la preparasen, ni porque él, hallándola tendida, entrase en ella, sino porque los lazos estaban preparados en torno suyo por la fuerza y la naturaleza de las cosas. Tan inocente era Josefina, como irresponsable era él.
Vinieron los médicos y le llenaron de cantáridas. La mano derecha se hinchó de tal modo que parecía una cabeza. Su Majestad notaba dentro de si un enorme volumen inexplicable, como si otro cuerpo entrase dentro de su cuerpo y le invadiese y ocupase poco a poco. Los dolores se apaciguaron, dejándole dormir con pesado y brumoso sueño.
Palabra del Dia
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