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Actualizado: 9 de junio de 2025
La aventura única en su vida de hombre de partido, fue que cierto día, un personaje político célebre, exaltado entonces y que con armas y bagajes se pasó a los conservadores después, entrase en su tienda a pedirle el voto para diputado a Cortes. Desde aquel supremo momento quedó mi señor Joaquín rotulado, definido y con marca; era progresista de los del señor don Fulano.
Respondióme por última resolución que en ninguna manera convenía á la reputación de aquella armada que se entrase por leñame especialmente, que podría suceder algún peligro á alguna galera.
Lo cual puso en práctica, no sin ofrecérseme mucho y poner su casa a mi disposición. Pero éste no era un favor muy señalado, porque, según Villa, no había perro ni gato en Sevilla que no entrase allí como Pedro por su casa.
Cuando esto supo el señor Ortiz de Sotomayor, púsose colérico y envió recado á los canónigos diciendo que con falda alzada había de entrar y que no había más que aguantarlo, dando esto motivo á diversos recados y dimes y diretes que casi interrumpieron toda la gravedad de la solemnidad religiosa y dió bastante que murmurar al concurso, terminando el incidente, por entonces, con que el hinchado inquisidor entrase en el templo y saliese de él muy orondo y ufano, seguido del pajecito que le llevaba la discutida falda.
Pero nunca se lo quiso decir doña Andrea a Manuelillo, a quien contaban que el padre no escribía porque sufría de reumatismo en las manos, para que no le entrase el miedo por las angustias de la casa, y quisiese venir a socorrerlas, interrumpiendo antes de tiempo sus estudios.
¿Y de dónde infiere V. que Clara está desesperada? ¿Quién se lo ha dicho á V.? ¿Qué motivos tiene ella para desesperarse? Nadie me lo ha dicho. Basta mirar á Clara para conocerlo. Usted misma lo conoce. No disimule V. que lo conoce. Si no temiese V. hasta por su vida corporal, ¿no hubiera ya dejado que entrase en el convento?
A este punto sale una MUGER huyendo, y tras ella un SOLDADO NUMANTINO con una daga en la mano para matarla. Eterno padre, Jupiter piadoso, Favorecedme en tan adversa suerte! Aunque mas lleves vuelo presuroso Mi dura mano te ha de dar la muerte. Entrase la MUGER adentro, y dice LIRA
Remolón era el buen señor, y transcurrió otro mes sin que entrase por las puertas la ansiada libranza. Áspera y recelosa D.ª Laura, invitó a Isidora a trabajar con espaciosos argumentos. ¿No tenía manos? ¿No sabía coser? ¿No trabajaban como negras aquellas dos señoritas decentes, Emilia y Leonor? Isidora era hábil en la costura y en prepararla, pero no sabía manejar la máquina.
De nuevo nuevas gracias dio don Quijote a la duquesa, y, en cenando, don Quijote se retiró en su aposento solo, sin consentir que nadie entrase con él a servirle: tanto se temía de encontrar ocasiones que le moviesen o forzasen a perder el honesto decoro que a su señora Dulcinea guardaba, siempre puesta en la imaginación la bondad de Amadís, flor y espejo de los andantes caballeros.
El general Mendieta ordenó inmediatamente que entrase en juego la artillería; se dieron las órdenes oportunas, y con rapidez y precisión maravillosas las dos ametralladoras y los dos cañones de montaña fueron puestos en batería, y á las cinco en punto de la mañana rompieron simultáneamente el fuego, mientras que los soldados avanzaban en orden de batalla, atronando el espacio con sus gritos de ¡Viva la República!
Palabra del Dia
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