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Yo había sido la única hija de la Pascuala. En Río de Janeiro, no recuerdo bien con qué tramoya, suplió D. Joaquín la falta de mi fe de bautismo, que para nuestro casamiento se requería. Hasta que el Padre García me la sacó, jamás había tenido yo ni visto semejante documento.

Sea ello lo que fuere, pues el propósito es cristiano y yo muy devoto de San Pedro Nolasco, mande su paternidad un criado por las seis talegas. La religiosidad de los limeños suplió con limosnas y donativos la suma que faltaba para el pago de pintores, y un año después, en la festividad del patrón, se estrenaban los lienzos que conocemos.

Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo, pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada, que, encajada con el morrión, hacían una apariencia de celada entera.

El instinto suplió a la picardía, el ingenio a la malicia: no pudo la imaginación desentrañar las causas de las cosas, pero vio los efectos y fue bastante para que se le entrase al alma un miedo sano. En su espíritu hubo dos impulsos simultáneos: el despertar a la inquietud moral de la vida y la desconfianza de hacer a nadie partícipe de sus emociones.

Como presumía de buen cuerpo y usaba corsé dentro de casa, aquella parte que le faltaba la suplió con una bien construida pelota de algodón en rama. A la vista, después de vestida, ofrecía gallardo conjunto; pero tras de la ropa, sólo la mitad de su seno era de carne; la otra mitad era insensible y bien se le podía clavar un puñal sin que le doliese.

Rayaba la credulidad en insensatez: Andrés de Mendoza cuenta en serio que un día «en San Ginés, un fraile descalzo francisco, de grande opinión de santidad, se arrebató en éxtasis, en el cual, desde la mitad de la iglesia, fue hasta el altar por el aire, y en él se estuvo un cuarto de hora mirando el Santísimo Sacramento a vista de gran pueblo, que le hizo pedazos el hábito, a que suplió la piedad y grandeza de la señora duquesa de Nájera».

Afortunadamente, la necesidad, que es ingeniosa de suyo, suplió por todo, y la robustez y el buen ánimo hicieron lo demás. Nuestra más cordial enhorabuena a los entusiastas expedicionarios del hermoso yacht