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Actualizado: 11 de junio de 2025
Magallanes, al ver que con impaciencia por la cifra de contrarios multiplica su fiereza, dirigiéndose a su hueste dice las razones éstas: "El santo nombre de Cristo, la noble gracia del César, y la gloria de la patria y la limpia fama nuestra los estáis viendo ultrajados por aquella vil caterva, y de su venganza os hacen la generosa encomienda.
A ver si encuentro a Almudena por el camino, que esta es la hora de subir él a la iglesia. Y si no nos tropezamos en la calle, de fijo está en el café de la Cruz del Rastro». Dirigiose allá, y en la calle de la Encomienda se encontraron: «Hijo, en tu busca iba le dijo la Benina cogiéndole por el brazo . Aquí tienes tu duro. Ya ves que sé cumplir. Amri, no tener priesa.
De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo; tomaréle el pulso, y avisaréte si has de venir a estar conmigo o no. El rucio está bueno, y se te encomienda mucho; y no le pienso dejar, aunque me llevaran a ser Gran Turco.
La hermosísima María le dijo me encomienda os dé estas limosnas, que hoy domingo son más abundantes y de mejor gusto que otro día: mucho se encomienda a vuestra memoria, y aún más a las oraciones que digáis a la Santísima Virgen.
Nada menos que la Divina Providencia toma las convenientes medidas y lo apercibe todo para que la navegación de la recién desposada sea próspera, decorosa y grata. A este fin llama a Júpiter y le encomienda el asunto.
Y el porquero, concomiéndose, dijo: -Con virgo están mis espaldas. -A cada puerco le viene su San Martín -dijo el demandador. -De eso me puedo alabar yo -dijo mi buen tío- entre cuantos manejan la zurriaga, que al que se me encomienda hago lo que debo. Sesenta me dieron los de hoy y llevaron unos azotes de amigo, con penca sencilla.
Pero «el clérigo»le decía a Fonseca: «¡Lo que yo digo es lo que dijo en su testamento la buena reina Isabel; y tú me quieres mal y me calumnias, porque te quito el pan de sangre que comes, y acuso la encomienda de indios que tienes en América!»Y a Sepúlveda, que ya era confesor de Felipe II, le decía: «Tú eres disputador famoso, y te llaman el Livio de España por tus historias; pero yo no tengo miedo al elocuente que habla contra su corazón, y que defiende la maldad, y te desafío a que me pruebes en plática abierta que los indios son malhechores y demonios, cuando son claros y buenos como la luz del día, e inofensivos y sencillos como las mariposas.»Y duró cinco días la plática con Sepúlveda.
No por cierto: una encomienda. Mirad, padre. Y Montiño sacó un estuche y le abrió. Pero eso es un collar de perlas dijo el padre Aliaga. Montiño, que no se había repuesto de su turbación, había tomado un estuche por otro, y había mostrado al fraile la alhaja que el duque de Lerma le había dado para seducir á la aventurera con quien se pensaba entretener al príncipe don Felipe.
Y mientras la pobre se retira un poco ofendida, le grito: Y, sobre todo, encomienda al pintor que trate que los amorcillos se me parezcan. Ahí tienen, señores, cuál era mi estado de ánimo durante el período de noviazgo... Y cuanto más se acercaba el día de la boda, tanto más incómodo me sentía.
¡Buena y querida Francisca!... Qué suerte tiene de saber tanto... Hemos discutido juntas el santo a quien hay que rezar para conseguir que el señor Baltet llegue a conocerme. Yo me inclinaba a San Antonio, pero Francisca no es de mi opinión y me encomienda a Santa Magdalena. Me ha traído el librito del padre Lacordaire para excitar mi confianza en la querida santa. 20 de febrero.
Palabra del Dia
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