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Actualizado: 4 de octubre de 2025
Cuando Paquito Luján llegó a su casa comenzaba a oscurecer, y la escalera y el vestíbulo estaban ya completamente iluminados: cuatro grandes estatuas desnudas, de mármol blanco, alumbraban este y aquella, elevando sus manos artísticos candelabros de bronce con seis mecheros.
Estas construcciones, que recordaban por sus formas la originaria arquitectura portuguesa, adquirían un aspecto criollo con el adorno del cocotero, el banano y otras plantas tropicales formando bosques en torno de ellas. Una ciudad flotante pareció surgir del fondo de la bahía según avanzaba el Goethe, elevando sobre la inmensa copa azul las líneas obscuras de sus chimeneas, mástiles y cascos.
Vió con escándalo cómo la esposa de Hartrott se arrodillaba entre estas gentes, elevando luego los ojos para fijarlos en la cruz con una mirada de angustiosa súplica.
¿En dónde está Asunción? exclamó Inés con vehemencia . No, no saldrán ustedes de Cádiz. Voy a alborotar toda la ciudad. ¿Asunción? repuso el inglés pateando con cólera y elevando el puño . He sido un necio... pero mañana veremos... El demonio me lleve si cedo... ¿Qué decía usted?
Extendíase al frente el prado, verde, risueño, lleno de luz y de alegría, con una fuentecilla alegre y bullidora que por cuatro caños murmuraba; a la izquierda, alzábase la majestuosa mole del Colegio, adelantando el soberbio pórtico de su iglesia como adelantaría un soldado de Cristo el fuerte brazo mostrando un crucifijo, elevando la grandiosa cúpula como elevaría al cielo la frente, buscando allí la fortaleza, el impulso, la luz.
Maud le contestó con una inclinación de cabeza, elevando también su copa; y para no parecer desatenta, repitió el movimiento mirando a Isidro y luego a Ojeda. Ni la menor emoción en sus ojos claros y fríos. Un gesto de cortesía y nada más. Munster, orgulloso de la amistad que le unía a aquella señora con motivo del bridge, la invitó a reanudar el juego.
No se le ve el cauce; pero te le va señalando bien esa faja de vapores que se van elevando y deshaciendo con el sol, la abundancia de arbolado y cierto verdor del terreno... Repara con qué gracia está tendida Villavieja en el suyo. Ella es fea como un demonio, mirada calle a calle y casa por casa; pero vista en conjunto, hasta su color de hollín le hace gracia.
Encontré por fortuna un pequeño crucifijo de plata, tal como ella deseaba, y desde este momento, hasta el de su muerte, lo tuvo entre sus manos, besándolo a cada paso y elevando sus ojos al cielo; antes de tomar alguna medicina hacía la señal de la cruz y a cada instante me pedía que rogara por ella; yo decía cuantas frases piadosas Dios me inspiraba, leyendo las oraciones que me parecían más consoladoras.
La certeza de que no conseguiría otro alimento por más que buscase, hizo que don Marcelo siguiese atormentado por su apetito. ¡Haber conquistado una fortuna enorme, para sufrir hambre al final de su existencia!... La mujer, como si adivinase sus pensamientos, gemía, elevando los ojos.
Y sin embargo, merced á tales fenómenos podían los navegantes pasar de un hemisferio á otro sin que la luz los hiriese de muerte, sin que el mar quemase como un espejo de fuego. El calor de la Línea, elevando el agua en vapores, formaba una banda sombría en torno de la tierra. Desde los otros mundos debía verse con un cinturón de nubes, casi semejante á los anillos siderales.
Palabra del Dia
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