United States or Poland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Caído al fondo de una grieta, de la cual le era imposible salir, el cretino no se había fatigado en inútiles esfuerzos: esperó con paciencia, pateando el suelo para conservar el calor animal y así se aguantó toda la tarde y toda la noche y toda la mitad del día siguiente. Oyó entonces llamarle por su nombre á los que le buscaban, contestó, y en seguida lo sacaron de la sima.

Que no voy a la estancia, digo gritó Angela, con todos los síntomas de sus prontos más temidos, que no voy, no y no, ¿han oído? Dió la nota más alta de su voz de tiple, con tal fuerza, que los cristales temblaron, y hubo que llevar la mano a las orejas; pateando, llorando, aporreando los muebles con el puño iracundo, salió del saloncito, como una exhalación. Del golpe, la puerta casi se desencaja.

Desfila este cortejo ante nosotros alegremente y se precipita en el zaguán, pateando con un ruido de chaparrón. Es digno de ver el movimiento de asombro que se produce en toda la casa. Los grandes pavos reales de color verde y oro, de cresta de tul, encaramados en sus perchas han conocido a los que llegan y los reciben con una estridente trompetería.

O porque tuviera muy poca fuerza o porque su natural blando no fuese nunca vencido de la fiebre de aquella increíble desazón, ello es que sus manos apenas causaban ofensa. Nicanora le sujetó por ambos brazos, y él, sacudiéndose y pateando, descargaba su ira con estas palabras roncas: «No me lo negarás ahora... Le he visto, le he visto yo». ¿A quién has visto, corazón?... ¡Ah!, , al duque.

No juegues al escondite; yo no bromearía en tu lugar, Magdalena continuó Yuba-Bill, que en un exceso de furor daba ya vueltas pateando. ¡Magdalena! continuó la voz. ¡Oh, Magdalena! ¡Mi buen señor! dijo el juez, en el tono más patético. Imagínese lo inhospitalario de rehusar un abrigo contra la inclemencia del tiempo, a mujeres desamparadas. ¡Señor mío de mi alma! Pensar que...

Y lo más maravilloso del caso era que los lentes de resorte de acero, que reemplazaban a las gafas durante los interregnos, manteníanse vigorosos y firmes. Ya sabéis que la paciencia no era la virtud favorita de M. Alfredo L'Ambert. Hallábase un día furioso, pateando sobre unas gafas, haciéndolas pedazos con sus tacones, cuando le anunciaron la visita del doctor Bernier.

El malhadado maese Rampas se hallaba á corta distancia del lugar donde él lo dejara, gimiendo, pateando y desesperándose más que nunca y lo que era peor, sin el hábito, ni más vestimenta que una cortísima almilla y los zapatos.

Araceli, pateando de cólera en su gabinete, se prometía tomar en lo futuro una digna venganza. En cuanto estuviese casada ¡ni uno solo de aquellos hombres ordinarios pondría los pies en la casa ducal!

Como casados, propiamente hablando, no lo estaban aún; pero el trámite que faltaba tenía que venir necesariamente. El padre del chico se personó en casa de Doña Paca, y allí se convino, llorando ella y pateando él, que no había más remedio que reconocer y acatar los hechos consumados.

¿En dónde está Asunción? exclamó Inés con vehemencia . No, no saldrán ustedes de Cádiz. Voy a alborotar toda la ciudad. ¿Asunción? repuso el inglés pateando con cólera y elevando el puño . He sido un necio... pero mañana veremos... El demonio me lleve si cedo... ¿Qué decía usted?