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Actualizado: 23 de julio de 2025
Este derecho, invocado con una testarudez infantil, hizo sonreír á Freya dolorosamente. Largos siglos de experiencia parecieron asomar en el fruncimiento melancólico de su boca. Brilló en ella la sabiduría de la mujer, más cauta y previsora que la del hombre, por ser el amor su única preocupación.
Vamos, reverendo, un milagro; éste es el momento dijo el filósofo que miraba dolorosamente su caballo tan ricamente cargado. Muchos tiros partieron de nuevo de la cima de la montaña, pero las balas caían muertas; porque los aduanares se aproximaban lentamente y estaban aún muy lejos, a causa de las vueltas que daba el sendero.
Esta tarde tenemos un primer ensayo y es necesario que la dama sepa su papel. Estudio, ya lo veis; no podéis pedirme más. El bufón miró dolorosamente á la joven. En aquel momento entró Casilda. Señora dijo , aquel caballero joven que estuvo aquí ayer acaba de bajar de una carroza y pide veros. ¡Ah! Ya sabía yo que vendría dijo el bufón ; adiós, Dorotea, adiós, y mira lo que haces.
Yo era entonces un cómico que representaba dolorosamente su papel. Me alegro la dije al fin. ¿Y de qué se alegra usted? me contestó mirándome con gravedad. Me parece que eres feliz. ¡Oh! sí; completamente feliz me contestó ya lo creo: al cabo le tenemos a usted. ¡Le tenemos! exclamé con extrañeza. Sí, sí por cierto, el padre Ambrosio y yo.
Se llevó las manos a los ojos y rompió a llorar con vagidos de cordero abandonado, como un niño que despierta en las tinieblas y siente el vacío en torno suyo, sin que sus manos temblonas tropiecen con el calor del pecho maternal. El mismo día de la nevada, un nuevo infortunio conmovió dolorosamente a Isidro. Al volver a su casa pudo comer.
Obedeció don Jacinto, no sin combatir enérgica y dolorosamente contra la amistad y contra la pura simpatía que María Antonia Fernández le había inspirado. Nada más natural; nada con menos premeditación y malicia que lo ocurrido después de esto. La envidia calumniaba a la joven marquesita de Montefrío, sin otra razón que la de ser ella rica e ilustre.
Pero Dunstan saltó uno de más y empaló su caballo en un poste. Su persona inelegante y completamente invendible escapó ilesa, mientras que el pobre Relámpago, inconsciente de su calor, rodó de costado y exhaló dolorosamente el último suspiro. Había sucedido que, pocos minutos antes, Dunstan se había visto obligado a apearse para arreglar uno de los estribos.
He dicho que no. Déjame en paz el alma. Al veinticinco, don Manuel... al veinticinco. Me esperan en casa para que pague. Márchate, o llamo al sacristán. Pues bien; al treinta... que sean al treinta por ciento, como la otra vez. Todo sea por Dios murmuraba suspirando dolorosamente . No dejáis tiempo ni para salvar el alma. Espérame en casa, yo iré así que termine este rosario.
Cierto es que la miserable condición de Pepillo, enfermizo y lisiado, explicaba muy bien los mimos y consentimientos de sus padres. Muchas veces les oí decir dolorosamente: Si este niño tuviera salud y robustez como esos chiquitines que pasan por ahí... ¡aunque fuésemos tan pobres como un mendigo! Pepillo era en aquella casa tristeza y dolor. Gabriela, felicidad y alegría.
El escándalo hirió dolorosamente a la Condesa; pero, sin embargo, ésta siguió al desterrado, aceptando para ella también el destierro. Fuera de Italia, el Príncipe se había dado nuevamente en cuerpo y alma a las conspiraciones y a los amoríos. Hacía menos de un año que poco había faltado para que triunfara una tentativa de revolución en Rusia, ideada y dirigida por él.
Palabra del Dia
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