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Actualizado: 23 de julio de 2025


Por la noche, cuando don Ramón, rendido por la lucha con el insaciable demonio que le arañaba las entrañas, roncaba dolorosamente con un estertor que silbaba en sus pulmones y un reguero de baba en los tristes bigotes, doña Bernarda, incorporada en la cama, los flacos brazos sobre el pecho, le miraba ceñuda, con unos ojos que parecían apuñalarle y rogaba mentalmente: ¡Señor! ¡Dios mío! ¡Que se muera pronto este hombre! ¡Que acabe tanto asco!

No fue en la suerte de sus retratos afortunado el gran artista: los de los ilustres poetas y las mujeres hermosas, como Góngora y Quevedo, la dama inglesa y la Chevreuse, se han perdido: en cambio quedan de su mano aquellos rostros de príncipes y aquellas figuras de bufones, donde dolorosamente se ve nuestra triste decadencia.

Y aunque mi fe se haya apagado, y aunque mi corazón llegue a quebrarse, he ahí la dorada prenda que prueba que soy dichosa siempre. ¡Quiera Dios que pueda despertar! Porque sueño no cómo. Y mi alma se agita dolorosamente en el temor de haber hecho mal, en el temor de llegar a saber que el muerto abandonado no es feliz ahora.

Llegada la noche, el viento gime dolorosamente formando eco, y acaso despertando las tristezas de tu alma... No quieres dormir ni tienes sueño, y recelas que al reclinar la cabeza en la almohada se pueble tu pensamiento de recuerdos amargos y esperanzas frustradas. ¿A quién le faltan en la vida días negros, estériles para el trabajo, en que la soledad trae de la mano a la melancolía?

Pero eso , sin que se ayuden de versiones francesas... Oye: lo que más me duele, lo que me llega a lo más vivo, lo que me desgarra el corazón, lo que siento aquí, como la hoja de un puñal, es que dicen.... El pobre anciano quería llorar; el rostro se le contraía dolorosamente, su voz se iba poniendo trémula, en sus ojos asomaba una lágrima, dicen... hizo un esfuerzo y acabó ¡qué estoy chocho!

Al fin Reynoso la cortó jocosamente advirtiendo que les esperaba el almuerzo. Núñez se despidió. Durante el almuerzo Tristán se mostró tan taciturno que Clara, sorprendida y dolorosamente impresionada, no apartaba de él los ojos. Reynoso y Elena se dirigían miradas furtivas, sonriendo unas veces, otras sacudiendo la cabeza con señales de enfado.

Tentó asimismo con las manos por las paredes de la sima, por ver si sería posible salir della sin ayuda de nadie; pero todas las halló rasas y sin asidero alguno, de lo que Sancho se congojó mucho, especialmente cuando oyó que el rucio se quejaba tierna y dolorosamente; y no era mucho, ni se lamentaba de vicio, que, a la verdad, no estaba muy bien parado.

Todavía hay en Santiago quien recuerda a Montero Ríos guiando por las calles un rebaño de cerdos. Más tarde guió electores. Luego, diputados... . Los cerdos llevaban aquí una vida completamente patriarcal. Cuando les llegaba su San Martín, berreaban horriblemente y estiraban una pata, que era un jamón. Morían dolorosamente, pero sin remordimientos de conciencia.

El capitán, desarmado por esta lógica simple, quiso apelar á la seducción. Tòni, á lo menos hazlo por . Sigamos amigos como siempre. Yo me sacrificaré en otra ocasión. Piensa que he dado mi palabra. Y el segundo, algo conmovido por sus ruegos, contestó dolorosamente: No puedo... ¡no puedo! Necesitaba decir más, completar su pensamiento, y añadió: Soy republicano...

Mientras sentía irritarse más sus celos y sangraba dolorosamente su corazón a tan odioso recuerdo, oyó muy cerca los precipitados pasos y la voz de aquel mismo hombre a quien de tal modo aborrecía. -Señor murmuró Delaberge, tenga la bondad de concederme un momento. Volvióse Simón y una llamarada de odio brilló en sus ojos; supo, sin embargo, contenerse.

Palabra del Dia

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