Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de junio de 2025
El millonario hizo un gesto negativo. No, ¿para qué? Aquello había terminado. No podía olvidarla; eso nunca: le dolía la decepción, pero el mismo odio con que pensaba en ella, era un signo de que no tan fácilmente iba á librarse de su recuerdo.
¡Cuánto calor, Pepa, cuánto calor! exclamó Castro. No lo sabe usted bien repuso la viuda con entonación maliciosa. Por desgracia. O por fortuna. ¿Está usted ya cansado de Clementina? Fuentes no se encontraba bien con aquel cuchicheo. Le dolía desperdiciar su ingenio en conversación particular, para una sola persona.
Todavía le dolía al pobre dios la cuenta de la modista. ¡Hijo! dame cortinas de á doce pesos la vara y ¡verás si me pongo estos trapos! replicó picada la diosa; ¡Jesus! ¡hablarás cuando tengas tan espléndidos predecesores! Entretanto Basilio, delante de la casa, confundido entre la turba de curiosos, contaba las personas que bajaban de los coches.
El frente de batalla era inmenso: ¿quién podía adivinar el final?... Allí se retiraban y en otros puntos los compañeros estarían avanzando con un movimiento decisivo. Hasta el último instante ningún soldado conoce la suerte de las batallas. Lo que les dolía á todos era verse cada vez más lejos de París. Don Marcelo vió brillar un redondel de vidrio.
Lo único que hizo fue mirarle durante largo rato fijamente como si tratase de inquirir si efectivamente se hallaba bien de salud o es que le ocultaba alguna secreta dolencia. ¿Conque bien, Tristanito? ¿bien de verdad, eh? Tristán un poco impaciente le aseguró que nada le dolía. Pero disipadas estas dudas parece que renacieron más vivas las referentes a la salud de Clara.
Alcaparrón cesó de gemir. Diga usté, señó, ya que tanto sabe. ¿Cree su mersé que golveré alguna vez a ver a mi prima?... Necesitaba saberlo, le dolía la angustia de la duda, y deteniendo su paso, miraba suplicante a Salvatierra con sus ojos orientales, que brillaban en la penumbra con reflejos de nácar.
Salió de la tienda Uceda y necesitó esperarla cerca de media hora paseando por la muralla. Al fin llegó y echaron á andar emparejados. Era ya noche completa: los faroles de la ciudad estaban encendidos. El mar rugía sordamente, batiendo su recinto amurallado. Y cuando venga la gente de la reunión ¿qué les dirá el chico? preguntó Manolo. Que me dolía la cabeza y estoy en mi cuarto durmiendo.
Mal ahogados suspiros brotaban de su pecho, en el cual sentía opresión dolorosa; tenía vértigos, la vista se le nublaba, se le dormían los dedos o notaba en ellos calambres e insólito frío; las imágenes y especies que guardaba su memoria se revolvían en confusión; le dolía la cabeza y hasta se le trababa la lengua y tartamudeaba cuando hablaba con Ramón, su criado.
Al hacerse de día, en mitad de la marcha, vio a su hijo, con cara de moribundo, manchado de sangre, con todo el aspecto de un asesino que huye. Le dolía contemplar a su Fermín en tal estado, pero el caso no era para desesperarse. Al fin, era un hombre, y los hombres matan muchas veces sin dejar de ser honrados.
Su falta de ilustración y su escaso sentimiento religioso, no podían prestarle armas para luchar; pero le dolía que siendo Tirso clérigo, y habiendo por el mundo tanta gente que les guarda consideración, su otro hijo les mirase con tan malos ojos. ¿Qué edad tiene ahora? preguntó Millán.
Palabra del Dia
Otros Mirando