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Actualizado: 19 de julio de 2025


La idea y el propósito de ejecutarla se habían apoderado de él juntamente, dominándole y llenándole por entero. Idea y propósito eran como una llaga estimulante en el cerebro, la cual le dolía y le comunicaba un vigor extraño.

Tenía el ventero por mujer a una, no de la condición que suelen tener las de semejante trato, porque naturalmente era caritativa y se dolía de las calamidades de sus prójimos; y así, acudió luego a curar a don Quijote y hizo que una hija suya, doncella, muchacha y de muy buen parecer, la ayudase a curar a su huésped.

Contestó Maxi que no, que la cabeza no le dolía nada, y que lo que le aterraba era sentir el cráneo vacío, desalquilado, como una casa con papeles. «Hace poco dijo con desaliento amargo , perdí la memoria de tal modo... que... no sabía cómo te llamas .

Doña Esperanza también deploraba el carácter de su hija; marchaba muy de acuerdo con la ruindad de su yerno, ayudándole no poco en la vigilancia de la casa. Mas, aunque la reprendiese a menudo por su apatía, como al fin había salido de sus entrañas, le dolía que Calderón lo hiciese, sentía vivamente las reyertas matrimoniales.

No se cansaba, pues, doña Inés de censurar las ruines inclinaciones de su padre. Le dolía asimismo que su padre gustase tanto en obsequiar a Juana la Larga, suponiendo, según las noticias que le trajo Crispina, que gastaba mucho más de lo que ganaba. ¿Conque juega al tute con ella?

He vivido siempre libre y ya las cadenas no son para , aunque sean de oro. Pero estás pálido. ¿Qué te pasa? Martín sentía un gran cansancio y le dolía el hombro. Linda, al saber que estaba herido, le obligó a quedarse allí. Afortunadamente el rasguño no era grave y Zalacaín curó pronto.

La criada salió corriendo por el pasillo adelante y Carmencita volvió a posar los ojos, errantes y nublados, sobre el Niño Dios de madera. Ya el niño no miraba a la puerta.... ¿Adónde miraría?... La muchacha, sumida en la insensatez confusa de sus pensamientos, sintió clavársele en el cerebro aquella curiosidad inexplicable, que le dolía como una punzada violenta. ¿Adónde miraba el Niño Jesús?

Como buen español y buen católico, se dolía de que explotasen aquel hermoso capital, pagando tan mezquinos réditos, gentes de extranjis, herejes o judíos de seguro. ¿Cuánto mejor empleado no estaría aquel dinero en España, y sobre todo en Villafría y los pueblos cercanos? Era indispensable traer a España aquel dinero.

Deploraba la muerte de don Celso como todos y cada uno de los tablanqueses que más hubieran estimado sus prendas, y la lloraba también como amigo; pero le dolía, además y sobre todo, por la edad que él contaba y por lo viejo y arraigado de su intimidad con el que se iba.

Si se quejaba de mal sabor de boca, ya tenía a su madre por la mañana al lado de la cama con un vaso de limón y polvos laxantes: si le dolía la cabeza, con el agua sedativa o los paños de leche y adormideras. Si por la noche tosía, por poco que fuese, ya estaba intranquila y no paraba hasta que silenciosamente y en camisa iba a cerciorarse de que su hijo no se había destapado.

Palabra del Dia

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