Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de junio de 2025
Solo que los duendecillos están escondidos detrás de las puertas, y cuando les vuelve a picar el hambre, porque se han jurado comerse al portero poco a poco, empiezan a dejar escapar otra vez el aroma de las adormideras, que a manera de cendales espesos va turbando los ojos y velando la frente del portero vencido; y no ha pasado mucho tiempo desde que puso a los duendes en fuga, cuando ya vuelven estos en confusión, se descuelgan de las ventanas, se dejan caer por las hojas de las puertas, salen de bajo las losas descompuestas del piso, y abriendo las grandes bocas en una risa que no suena, se le suben agilísimamente por las piernas y brazos, y uno se le para en un hombro, y otro se le sienta en un brazo, y todos agitan en alto, con un ruido de rata que roe, las adormideras.
Dulce y reparador después del trabajo; consolador y benéfico cuando el dolor hinca en nuestro pecho sus garras de milano; rico en imágenes y fantasías cuando está con nosotros la esperanza, suele ser esquivo, desdeñoso, cruel, si cuando la felicidad nos sonríe le pedimos, para completar nuestra dicha, un ramo de su corona de adormideras. El sueño tardó mucho en venir.
Si se quejaba de mal sabor de boca, ya tenía a su madre por la mañana al lado de la cama con un vaso de limón y polvos laxantes: si le dolía la cabeza, con el agua sedativa o los paños de leche y adormideras. Si por la noche tosía, por poco que fuese, ya estaba intranquila y no paraba hasta que silenciosamente y en camisa iba a cerciorarse de que su hijo no se había destapado.
Pero lo que mejor declaraba la limpieza de Encarnación era un estantillo que a mano izquierda de la puerta estaba, y que contenía diversidad de artículos, compañeros infalibles del ramo de cacharrería. En un hueco había flor de malva, en otro cercano violetas secas, más allá greda para limpiar, adormideras, cerillas de cartón.
Mil duendecillos, de figuras repugnantes, manos de araña, vientre hinchado, boca encendida, de doble hilera de dientes, ojos redondos y libidinosos, giran constantemente alrededor de portero dormido, y le echan en los oídos jugo de adormideras, y se lo dan a respirar, y se lo untan en las sienes, y con pinceles muy delicados le humedecen las palmas de las manos, y se les encuclillan sobre las piernas, y se sientan sobre el respaldo del sillón, mirando hostilmente a todos lados, para que nadie se acerque a despertar al portero: ¡mucho suele dormir la grandeza en el alma humana!
Palabra del Dia
Otros Mirando