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Actualizado: 2 de julio de 2025


¿Por qué no matan y roban exclamaba Gabriel los pocos hombres cultos y de conciencia sana que existen en esta época? No es por miedo a la ley y a sus representantes, pues una inteligencia clara, por poco que se esfuerce, puede encontrar medios para burlarlos. No es tampoco por miedo a las penas eternas ni a los castigos divinos, pues esos hombres no creen en tales invenciones del pasado.

En el amor, Muñoz, hay cierto momento en que se nos revela el gran misterio... Esto sucede cuando no nos arrastra la simple pasión, cuando nuestra alma, libre de la embriaguez que turba, se para, por decirlo así, en el umbral de su propio amor. ¿Has leído "La Vita Nuova"? Dante la escribió sobre Beatriz, a la que siempre contempló desde el umbral de su gran amor idealista, y ella, antes y después que muriera, estuvo revelándole los misterios divinos.

Volvíase con el pensamiento a todas partes, como el habitante de la casa incendiada que, cercano a las llamas, busca un escape, un sostén, una cuerda... ¡Ah, cielos divinos! De pronto vio Isidora su cuerda. Acordose de una persona, y la esperanza rieló en la superficie de su ennegrecido espíritu. Era de noche. Al día siguiente pondría en ejecución su pensamiento.

Dícenmelo, respondió él, vuestros divinos ojos, que en vano de se apartan para no verme, porque con más afición y más encendidos rayos de amor, ¿qué digo? de gloria, a mirarme tornan; dícemelo vuestro hermoso seno, que los amantes latidos de vuestro corazón mueven; dícemelo vuestra voz enamorada, que en vano pretende remedar al enojo; dícemelo, en fin, mi deseo, señora mía, porque si vos no me amaráis, tormento insoportable sería para la desesperada memoria de vuestra adorada imagen, muerte mi vida, infierno mi esperanza.

El padre representa el trabajo, la madre el cuidado, la diligencia y la caridad; la jóven el amor, y el niño, la inocencia. ¡Oh vida venturosa! ¡Oh secretos divinos de la sencillez y de la virtud! ¡Infeliz del hombre que ha sido ingrato á tus hechizos! ¡Infeliz del hombre que deja las delicias del paterno hogar, desoyendo el llanto sagrado de una madre! ¡Ay de , lector! ¡Infeliz del que escribe temblando estas groseras líneas!

Cuando la justicia había encontrado una víctima, y el paciente, abandonado de todo el mundo, avanzaba lentamente hacia el cadalso, podía ver a su lado a esos emisarios divinos de la religión, y sus ojos, antes de cerrarse, leían en sus ojos resignados la promesa de la salvación. Sus modestas miradas se enriquecían, no obstante, con los más ilustres recuerdos.

Abrió los ojos, sus divinos ojos obscuros, encendidos otra vez con un sano fulgor de alegría, y vió cómo la luna, al través de los vidrios descubiertos, ponía a los pies de su cama una pálida alfombra de luz que iluminaba tímidamente toda la habitación.

Pues bien: contemplando por primera vez a la hija de mis amos, discurrí que tan bella persona no podía haber venido de la fábrica de donde venimos todos, es decir, de París o de Inglaterra, y me persuadí de la existencia de alguna región encantadora, donde artífices divinos sabían labrar tan hermosos ejemplares de la persona humana.

Chemed oyó a Mutileder, le miró y se maravilló; volvió a mirarle y se quedó más maravillada. Entonces dijo para : «Divinos cielos, ¿qué es lo que miro? ¿Será éste dios o será mortal? ¿Resplandecería más Adonis cuando Astoret se prendó de él

El infante D. Enrique de Aragon, que era uno de los que acaudillaban al partido opuesto al condestable D. Alvaro de Luna, pretendia conciliarse la benevolencia del pueblo cordobés asistiendo con mucha frecuencia en la catedral á los divinos oficios y ofreciendo preciosos dones en misas nuevas y otras fiestas principales.

Palabra del Dia

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