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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Acaba. iAh! me complacia en detenerme estensamente sobre estos vanos atributos, porque cuanto mas me acerco del momento en que descubrire la llaga de mi corazon ... pero quiero proseguir: aun no te he nombrado, ni padre, ni madre, ni querida, ni amigo, con quienes me hallase unido por nudos humanos: padre, madre, querida, amigo, estos titulos no eran nada para mi; pero habia una muger....
Oye, Catalina, yo necesito dominar, dominarlo todo, porque desprecio todo lo que me rodea, todo menos á ti, que eres mi mujer como yo tu hombre... ¿entiendes?... hay en mi algo rebelde, algo de Satanás... yo marcho, marcho y sigo marchando sin detenerme, la vista fija en un punto, la cabeza firme en un propósito... ¿por qué te me pones delante de ese propósito? ¿por qué me has obligado á huir, á ofenderte?
Del discurso pronunciado por Pailleron, director de la Academia, sacamos el juicio sobre El Abate Constantín: «...De este género fino hasta refinado, de esta literatura elegante y discreta, vuestro volumen Dos matrimonios es quizá el tipo más acabado, ejemplar más simpático, pero el tiempo me ha sido contado para que pueda detenerme.
Había yo bajado un día al valle para subir por la otra pendiente á los pastos de una meseta, en cuyo centro había divisado las aguas de una laguna. Había dejado detrás de mí, sin detenerme en ella, una chocilla húmeda rodeada por algunos alisos, y seguía con decidido paso un sendero indicado vagamente por pasos de animales á la orilla de una corriente rápida.
»Por una casualidad, querida Antoñita, me veo precisado a detenerme en Lille unas cuantas horas y aprovecho la ocasión para escribirle esta carta. »Cuando entrábamos en la ciudad se ha roto el eje del coche, y a causa de este contratiempo he tenido que meterme en la posada más cercana.
»En la mañana siguiente partí para Sevilla: el camino estaba lleno de viajeros de a pie, de a caballo y en litera. En la última casa de postas no me pudieron proporcionar mulas para mi carruaje; solamente había cuatro y estaban tomadas por un gran personaje que viajaba de incógnito. Fue necesario detenerme.
El momento era crítico; la Naturaleza rugió con toda su indómita fiereza; sentía el calor de su rostro sobre el mío, su cuerpo tibio sobre mi pecho; sus lágrimas de fuego caían sobre mis labios, su piel candente me quemaba, perdí la razón por un momento, abrí los brazos, se me nublaron los ojos y en un segundo de locura, bramando de cólera y de pasión, me iba a arrojar sobre aquella mujer como en un precipicio, cuando un relámpago de la razón iluminó mi frente y pude detenerme en el borde del abismo a que me había arrastrado un instante la fuerza estúpida de la carne.
No he de detenerme á hacer especial mención de otras muchas fiestas de toros y cañas, á las que, con toda pompa, concurran los señores canónigos, haciendo sólo mención, por las noticias que existen de ellas, de las cañas y rejones del 25 y 27 de Septiembre de 1687, y de las de toros y cañas de 6 y 8 de Febrero de 1700, verificadas para festejar la llegada á Sevilla del almirante de Castilla.
Cuando lord Gray me arrojaba cartas por la ventana y tú te apropiabas la culpa para librarme de las crueles reprensiones, lejos de detenerme en la pendiente me hacías precipitar más por ella.
Necesito detenerme en Madrid algunos días para arreglar ciertos asuntos. A Valencia llegaré el diez del que viene. ¿Vas a algún regimiento? Al primero montado. ¡Ah! Y guardaron silencio. La tristeza les dominaba a todos, asfixiando la conversación, que otras veces solía ser muy animada, aunque versara sobre menudencias domésticas. Don Mariano la entabló de nuevo en tono triste y distraído.
Palabra del Dia
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