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Actualizado: 7 de junio de 2025
-Con razón se la dan -dijo don Quijote-, si ya no lo pone en duda vuestra sin igual belleza. No os canséis, señoras, en detenerme, porque las precisas obligaciones de mi profesión no me dejan reposar en ningún cabo.
MANRIQUE. Ahora te conozco, ahora te quiero más. LEONOR. Si tú partes, iré contigo; la muerte a tu lado ha de encontrarme. MANRIQUE. Venir tú... no; en el castillo queda custodia bastante para ti... ¿Escuchas? Adiós. El clarín llama al combate. LEONOR. Un momento... MANRIQUE. Ya no puedo detenerme ni un instante.
»Deseo desembarazarme con brevedad; por esso voy saltando velozmente, tocando aquí y alli de passo, sin detenerme como debiera en muchos requisitos. En razon de costumbres, se devē considerar las condiciones y propiedades de personas y naciones.
Por lo que con su muerte no queda terminada una serie de hechos que me he propuesto coordinar, y para no dejarla trunca e incompleta, necesito continuar un poco más adelante en el camino que llevo, para examinar los resultados que produce en la política interior de la República, hasta que el número de cadáveres que cubran el sendero ya sea tan grande, que me sea forzoso detenerme, hasta esperar que el tiempo y la intemperie los destruyan, para que desembaracen la marcha.
La especie humana ha dado en todos tiempos este significado al color grana, colorado, púrpura; id a estudiar el Gobierno en los pueblos que ostentan este color y hallaréis a Rosas y a Facundo: el terror, la barbarie, la sangre corriendo todos los días. En Marruecos el Emperador tiene la singular prerrogativa de matar él mismo a los criminales. Necesito detenerme sobre este punto.
El señor de Sieboldt había muerto repentinamente aquella noche. No quise detenerme más y aquella misma tarde salí de Munich sin ánimo para perturbar toda aquella desolación nada más que por un antojo literario, y por esta causa no pude saber de la maravillosa tragedia japonesa más que el título: ¡El Emperador ciego!
Tan luego supe semejante proyecto, me propuse seguirlo paso á paso, aun cuando tuviese que detenerme en Legaspi los dos meses que faltaban para la fiesta, y al efecto alquilé una casita inmediata á la que habitaba la respetable persona del Gobernadorcillo, quien en tales casos es empresario, director de escena, y hasta algunas veces autor y actor, siendo, por lo tanto, su casa templo obligado de Talía, y su persona su primer sacerdote.
Veo que me extiendo demasiado en hablar a Vd. de esta Pepita Jiménez y de su historia; pero me interesa y supongo que debe interesarle, pues si es cierto lo que aquí aseguran, va a ser cuñada de Vd. y madrastra mía. Procuraré, sin embargo, no detenerme en pormenores y referir en resumen cosas que acaso Vd. ya sepa, aunque hace tiempo que falta de aquí. Pepita Jiménez se casó con D. Gumersindo.
Puedo asegurar que, a pesar de la distancia que separa ese tipo de nuestro ideal estético, no podía menos de detenerme por momentos a contemplar la elegancia nativa, el andar gracioso y salvaje de las negras martiniqueñas.
Me había dicho Timoteo que no había usted venido en dos días, y temía que estuviese indispuesta; pero la he visto esta tarde en las Góngoras a las cuarenta horas y me tranquilicé. ¡Ah! ¿Estuvo usted en las Góngoras? ¿Y por qué no se llegó a saludarme, pícaro? Salía con el padre Iturralde cuando usted entraba, y no podía detenerme porque íbamos de prisa a la conferencia de San Vicente.
Palabra del Dia
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