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Actualizado: 20 de septiembre de 2024
Pero cuando después de despedirse cariñosamente salió a la calle, pensó que el mundo se le venía encima, sintió su corazón atravesado por vivo dolor y casi se le doblaron las piernas. No se daba razón de tanta congoja. Era un contratiempo, no una desgracia. Sin embargo, algo lloraba allá en el fondo de su alma, la ruina de su felicidad. No quiso ir a casa directamente.
Pero eran ya las seis y media y la cita se había pactado para las siete. ¡Era un contratiempo muy sensible! Y efectivamente, daban las siete en punto cuando Felipe y su apoderado, que le acompañaba en calidad de testigo, llegaban a la Muette, descendiendo de su alado vehículo.
Ella demostraría que la familia de su marido había abusado de la flojedad mental de éste en los últimos meses, para despojarla con documentos falsos. Fernando acogió el contratiempo con frialdad. En el fondo de su ánimo le había repugnado siempre que el dinero del viejo entrase en su casa al unirse él legalmente con María Teresa. No te apures; tal vez sea mejor así. Cuenta sólo conmigo.
Ocurrióle entonces cierto contratiempo pecuniario, que amargó no poco su existencia.
La carta llegó sin contratiempo a poder de Gregoria, que se pasmó de tal proyecto, quedando aturdida y sin saber qué hacer; vinieron a las manos su pudor y su cariño, el deber filial y su conciencia, y en esta lucha y en este sobresalto estaba, cuando llegó la hora de sentarse a la mesa. Anochecía.
El sentimiento que en estos momentos agobia mi alma, indica que aun a pesar mío, estoy adherida a las cosas mundanas; creía que las cosas terrenas me eran indiferentes, y observo que al menor contratiempo sucumbo. ¡Oh, Dios mío! Que llegue con vuestra ayuda a comprender lo pasajero e insignificante de este mundo y lo eterno de los bienes del cielo. 10 de agosto de 1801.
Le he escrito para que mande poderes para tomar posesión, en su nombre, de aquella magnífica casa y de las tierras que la circundan. 24 de mayo de 1826. Tengo una pena grande, por el triste contratiempo que ha ocasionado a Alfonso un fragmento de su poema «Childe Harold», relativo a Italia.
Aquí funda usted una pequeña familia cuatrocientos o quinientos mil hijos , y la saca usted adelante sin el menor contratiempo. Lleva usted sus chicos a la escuela, al teatro y al cine, y es un gusto ver cómo se instruyen y se divierten. La alimentación es magnífica. ¡Qué carnes tan podridas! ¡Qué leche tan adulterada!...
Cada una de ellas contenía en posdata esta pregunta: «Y tú, ¿por qué no me envías tu retrato?» Preguntas que obtuvieron en su día las correspondientes respuestas. La de Lucrecia fue en estos términos: Por no asustarte. Y la de Alejandro en estos otros: Porque desde el contratiempo que sabes, no me conocerías. También iban en posdata estas respuestas.
Deslizábanse los días en santa calma, trabajando mucho, pero sin que un leve contratiempo viniera á turbar la monotonía de una existencia laboriosa. Algo se había enfriado el afecto que mostraron todos los vecinos al enterrar al pequeño.
Palabra del Dia
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