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Actualizado: 16 de julio de 2025


A menudo se arrimaba a Manolita un señorito muy planchado y tieso, con cierto empaque ridículo y exageradas pretensiones de elegancia: llamábase don Víctor de la Formoseda y estudiaba derecho en la Universidad; don Manuel Pardo le veía gustoso acercarse a sus hijas, por ser el señorito de la Formoseda de muy limpio solar montañés, y no despreciable caudal.

Que venía aquí únicamente por el deseo de vivir sola, de no ver gente, y cuando el barbero le habló del señorío de Alcira, hizo un gesto burlón como si se tratara de gente despreciable de poco más o menos. Esto es lo que más se comentaba anoche por las señoras. ¡Ya se ve: acostumbrada a ser la querida de grandes personajes!...

Muchos padres enviaron sus hijos á la mina. Al principio ganaban corto jornal: pronto subió éste y en las casas de aquellos pobres labriegos entró un chorro no despreciable de dinero. Con esto la alegría de los paisanos fué grande. Sin embargo, no poco se amortiguó al ver que con el oficio los mineros enseñaron á los zagales sus vicios.

Pero este hermoso sueño fué turbado por un pensamiento cruel que heló su corazón. Ella no podía entrar en el cielo. Ya no era inocente y pura como en otros tiempos, y no ofrecería en remisión de sus pecados veniales una vida de martirios y humillaciones. Había destruído con una venganza ruin todos sus merecimientos. No era más que una infeliz pecadora, una despreciable adúltera.

MANRIQUE. ; yo no debía engañarte por más tiempo... Vete, vete; soy un hombre despreciable. LEONOR. Nunca para . MANRIQUE. Eres noble, y yo, ¿quién soy? Ya lo sabes. Vete a encerrar con tu orgullo bajo el techo de tus padres. LEONOR. ¡Con mi orgullo! te gozas, cruel, en atormentarme. Ten piedad... MANRIQUE. Pero soy libre y fuerte para vengarme... Y me vengaré... ¿Lo dudas?

El buen viejo empeñó en seguida sus escasos bienes, sin pensar que de esta manera quedaban reducidos á la mayor miseria él y toda su familia, y remitió al punto á Argel una suma no despreciable.

Una locura grosera de algunos meses. Después un dejo de remordimiento mezclado de asco de mismo; verse despreciable, bajo, insufrible; y después ira y orgullo, y ambición vulgar y huracanes en la Curia eclesiástica. No, no. La Regenta debía de ser otra cosa. Había que hacer a toda costa que aquello no pudiese degenerar en amor carnal que se satisface.

Si María supiera lo que estoy haciendo, se resentiría amargamente, y tendría razón. ¡Dios mío!, ¿sospechar a la persona que amamos, no es crear la primera nube en el puro cielo del amor?, ¡yo espiar!, ¿a esto me ha rebajado el despreciable escrito de una mujer más despreciable aún? »Vuélvome. Mañana le preguntaré a María cuanto saber deseo, que este medio es el debido, el natural y el honrado.

Más claro: la prudencia aconsejó a las monjas no continuar manteniendo y enseñando a una señorita que era juntamente carga pesada y causa probable de responsabilidad; porque una de dos: o sus padres habían muerto y la niña iba a quedarse allí gratis para siempre como flor olvidada, y flor que costaba más que una victoria regia cultivada en Europa, o dichos padres, por no poder confesar que lo eran, se desentendían de ella, y en tal caso, ¿quién iría a recogerla... y pagar? ¿Se presentaría tal vez preguntando por Valeria una señora falsificada, una aventurera despreciable, una... o lo que fuera peor, un juez?

No procuró confirmarlos, primero porque no le importaba, y después porque una vez confirmados se vería obligado a despreciarla, y no quería que una mujer que tanto se parecía a su madre en la figura fuera un ser despreciable. Se abstuvo de pedir noticias de ella. Contentóse con satisfacer siempre que podía aquel extraño deseo de renovar su dolor, de conmoverse hasta derramar lágrimas.

Palabra del Dia

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