Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de junio de 2025
Así permaneció inmóvil, con los ojos desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el frío que le penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le bañaba a intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le ensordecía y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan sólo en su cerebro.
Su respiración comenzó a ser menos agitada. Abriose su boca, absorbiendo el aire con grandes y ruidosas aspiraciones; la nariz se dilató desmesuradamente, chocando después sus alillas al contraerse. Comenzaron a descender en intensidad los estremecimientos; los músculos cesaron de contraerse. Los brazos se extendieron pegados a las piernas inmóviles.
Cuando los periódicos publicaron la noticia de que, cerrada la instrucción, resultaba de las acordes confesiones de la Natzichet y de Zakunine que la Condesa d'Arda había sido asesinada por la nihilista, y que la acusación defería a la reo al juicio de los jurados, la curiosidad del público, que había crecido desmesuradamente en los últimos días, se aquietó por fin.
Pues bien, al escuchar las palabras de Suárez, el gallego me hizo ver inmediatamente el aspecto práctico del asunto, que el poeta tenía olvidado de un modo lamentable. ¡Dos millones! Las gracias de la hermana, ya muy grandes, crecieron desmesuradamente con aquella repentina aureola de que la vi circundada. El gozo se me subió a la cabeza, y no tuve la precaución de disimularlo.
¡Qué barbaridad! exclamó asustado, abriendo los ojos desmesuradamente. La dama le miró algunos segundos fijamente, con expresión escrutadora, maliciosa. Luego, soltando una sonora carcajada, exclamó: ¿Lo ves, infeliz, lo ves?... Tú eres un señorito madrileño, un socio del Club de los Salvajes.... Ni yo, ni mujer ninguna te harían cambiar el frac y el chaleco blanco por el uniforme de presidiario.
¡Ahueca! repitió el señorito, como si fuese a darle de patadas, con la arrogancia de la impunidad. El Chivo salió y los dos amigos volvieron a sentarse. Luis ya no parecía ebrio: antes bien, hacía esfuerzos por mostrarse sereno, abriendo los ojos desmesuradamente, como si intentase anonadar con la mirada a Montenegro.
Aunque fuese muy celoso, más por amor propio que por su amor a Juana, nunca se había ocupado de desconfiar de su amigo Monthélin, quien, sin embargo, tan cerca se había hallado de comprometer su honor, pero en cambio, con el tacto habitual de su cofradía, no dejó de abrir desmesuradamente los ojos, ante la intimidad irreprochable de su mujer con Jacobo de Lerne.
Vea, señor: se trata de cuatrocientas leguas; unas cuatrocientas leguas cuadradas que son nuestras y nunca acaban de entregárnoslas. Isidro abrió desmesuradamente los ojos con expresión de asombro y escándalo. ¿Sería una maniática aquella doña Zobeida?... ¡Cuatrocientas leguas!... Pero eso es un Estado. Es casi una nación. La señora insistió tranquilamente en la cifra.
Gracias a la energía indomable de mi carácter pude luchar, sin embargo, y logré triunfar. Es la ley de la selección que ya conoce usted. Realmente necesité verme admirablemente dotado por la Naturaleza para no haber perecido hasta ahora. D. Pantaleón se mostró profundamente interesado por estas confidencias, y su admiración hacia Moreno, aquel germen tan apto, creció desmesuradamente.
Tenía ya su cama reservada; hasta había interesado a la monja del departamento. Cuando usted quiera, la acompañaré dijo mostrando cierta prisa. Por fin se miraron, sin una lágrima, sin un suspiro, abriendo los ojos desmesuradamente, con expresión de terror. ¡Iban a separarse!... Ella fue la primera en dar un paso. ¡Ay, el valor de las mujeres!... Adiós, Isidro. Adiós, Feli.
Palabra del Dia
Otros Mirando