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Haya impugnaciones en buen hora; pero abunden las doctrinas positivas: en la extensa línea en que desplega el error sus ataques, no basta cubrir la frontera con cuerpos ligeros y briosos que rechacen al enemigo; es preciso fundar colonias, focos de civilizacion y cultura, que al propio tiempo que defiendan al país, le hagan prosperar y florecer.

Fuera de España todo se vuelve hablar de libertad; pero si existe algún país donde un pobre microbio puede hacer lo que quiera, ese país es éste. Aquí se siente uno amparado por las leyes y por las costumbres. Los naturales nos aman, y cuando alguna autoridad inicia una campaña contra nosotros no faltan amigos que nos defiendan enérgicamente diciendo que tienen un perfecto derecho a cultivarnos.

13 Te has fatigado en la multitud de tus consejos: aparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los especuladores de las estrellas, los que enseñan los cursos de la luna, de lo que vendrá sobre ti.

La señora duquesa despachó un propio con tu vestido y otro presente a tu mujer Teresa Panza; por momentos esperamos respuesta. Yo he estado un poco mal dispuesto de un cierto gateamiento que me sucedió no muy a cuento de mis narices; pero no fue nada, que si hay encantadores que me maltraten, también los hay que me defiendan.

Cogían, pues, y cogen al presente su breviario debajo del brazo, y con una cruz en la mano se ponían y ponen en camino sin otra prevención ó mataloje que la esperanza en la Providencia Divina, porque allí no había otra cosa; llevan en su compañía veinte y cinco ó treinta cristianos nuevos que á los Padres servían y sirven de guías é intérpretes, y con los paisanos hacían oficio de Predicadores y Apóstoles y caminan ya las treinta, ya las cuarenta leguas, siempre con una hacha en la mano para desmontar y abrir camino por la espesura de los bosques; otras veces encontraban lagunas y pantanos que pasaban á pie con el agua á la boca, y para dar ánimos á los neófitos eran los primeros en vadear los ríos ó en arrojarse por los despeñaderos más difíciles, ó en entrar en las grutas y cuevas con sobresalto y susto de estar allí escondidas las fieras ú hombres; y después de tantas fatigas y trabajos no hallaban á la noche para repararse otro regalo que algunas raíces silvestres con qué romper el ayuno, y algunos días no tenían con qué apagar la sed, sino un poco de rocío que quedaba entre las hojas de los árboles, y por cama la tierra dura, sin otro reparo contra los rigores de la noche, que la sombra de un árbol ó una estera sostenida de cuatro palos; y últimamente en continuo temor y riesgo de la vida, porque los bárbaros, asombrados con el temor, juzgaban que eran sus enemigos los Mamalucos del Brasil, vestidos de Jesuitas y por eso están siempre con la macana en la mano ó con las flechas á punto, ó si no en emboscadas para quitarles la vida sin que los defiendan los neófitos.

Las mismas reales órdenes están respirando la suavidad con qué S.M. quiere se verifiquen estas expediciones, y por eso el principal cuidado qué en ellas se ha de tener, es y debe ser, evitar el recelo y desagrado de los indios, y de todo punto el uso de las armas, á menos que no haya otro recurso para defender las vidas, repeliendo la fuerza con una defensa natural; y conseguir por medios suaves la internacion, hasta que no quede duda de hay ó no los establecimientos que se solicita descubrir: asegurándoles de la buena con que se camina, y captándoles la voluntad, para que espontáneamente se reduzcan á nuestra amistad y pidan el establecimiento de misiones en sus tierras; y lograr con este antecedente la oportunidad de proponerles, ser para ello preciso que queden españoles que acompañen á los misioneros, y los defiendan de los rebeldes ó enemigos de los mismos indios.

Ya le mostraré a usted los cálculos que tengo hechos, no sólo para aumentar hasta un extremo fabuloso el calibre de las piezas de Artillería, sino para construir placas de resistencia que defiendan los barcos y los castillos. Es el pensamiento de toda mi vida». A todas éstas habían concluido de comer.

«Si alguna nación en el mundo debía por muchas razones y buenos respetos ser de su Rey y señor favorecida, estimada y libertada, es sólo la nuestra; mas la cobdicia y la tiranía con que hoy se procede no da lugar a que esto se considere. ¡Oh, España, España, qué bien te agradecen tus servicios esmaltándolos con tanta sangre noble y plebeya; pues en pago de ellos intenta el Rey que la nobleza sea repartida como pechera! ¡Vuelve sobre tu derecho y defiende tu libertad, pues con la justicia que tienes te será tan fácil; y , Felipe, conténtate con lo que es tuyo y no pretendas lo ajeno y dudoso, ni des lugar y ocasión a que aquellos por quienes tienes la honra que posees, defiendan la suya, tan de atrás conservada y por las leyes de estos reinos defendida

Averguenceos, varones esforzados, Ver que á nuestro pesar con arrogancia Tan pocos Españoles y encerrados Defiendan este nido de Numancia. Diez y seis años son y mas pasados, Que mantienen la guerra y la jactancia De haver vencido con feroces manos Millares de millares de Romanos.

El matrimonio entrega una víctima al verdugo murmuró mi tío. ¡Ah! Juno y yo protestamos con la mayor energía. ¿Y quién es la víctima, papá? ¡El hombre, canarios! Pues, peor para los hombres repliqué, que se defiendan. Lo que es yo, estoy decidida a volverme verdugo. Pero ¿a qué quieren venir a parar ustedes, señoritas?