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Desde Freiburgo hasta Kehl la llanura badense desplega todas sus galas de ricos y variados matices; el viento, al agitar las sementeras, hace aparecer en las rubias ondas de los trigos, cáñamos y linos la ilusion de numerosos lagos de colores diferentes, y las graciosas plantaciones de tabaco le traen al hijo de Colombia que las atraviesa el dulce recuerdo de la patria.

Ya que he mentado la iglesia de la Magdalena, voy á señalar al extranjero el sitio desde el que puede experimentar una emocion de entusiasmo como la que yo sentí. Colocado el observador en el vestíbulo de la entrada principal de la iglesia, mirando á la calle Real, se desplega delante de su atónita vista un verdadero panorama.

El canal termina entre manglares para perderse en las ondas cristalinas de la bahía, sumamente prolongada hácia el interior; la brisa del Atlántico sopla con vigor; la ancha vela del bote se desplega y flota de proa á popa; el horizonte se ensancha; las aguas toman el olor, el color y la aspereza de las aguas marinas; los remos dejan de agitarse; el tiburon persigue implacable á ejércitos de peces primorosos; las colinas de la costa se ofrecen á la vista; se siente el sordo y lejano mugido del mar; el mundo de las selvas acaba, el del abismo infinito comienza; y al fin, surcando una bahía de admirable belleza, que ensancha el corazon y da la primera nocion de la majestad del Océano, el viajero ve á Cartagena, bella, melancólica, romántica, sentada entre dos bahías, como una garza nadando en el Atlántico; y el Colombiano, el Granadino, amante de la libertad y de las glorias de un pueblo heróico, no puede menos que levantar la voz y saludar á la vieja y noble ciudad, diciéndole con el arrebato de la admiración; «Salve, gloriosa Cartagena, tierra del heroismo supremo y la abnegacion, cuna de poetas y mártires, sepulcro arrullado por las ondas, escombro de la opulencia que fué para no resucitar sino en un lejano porvenir

Las ideas de actividad, de fuerza, de impulso, nos han sido sugeridas no solo por nuestra actividad interna, sino tambien por la experiencia del mundo corpóreo que desplega á nuestros ojos bajo leyes constantes, una continua variedad de escenas magníficas, cuyo orígen parece indicar un fondo de actividad incalculable.

Jamas el hombre medita demasiado sobre los secretos de su corazon; jamas desplega demasiada vigilancia para guardar las mil puertas por donde se introduce la iniquidad; jamas se precave demasiado contra las innumerables asechanzas con que él se combate á propio.

Si la experiencia no lo hiciese palpable, la razon bastaria á demostrarlo. El corazon no piensa ni juzga, no hace mas que sentir; pero el sentimiento es un poderoso resorte que mueve el alma, y desplega y multiplica sus facultades.

Con la repeticion de estas su actividad se va desenvolviendo, y lo oscuro se aclara, lo confuso se ordena, lo débil se fortalece, el pensamiento nace, la comparacion comienza, la reflexion se desplega, y aquel ser torpe y poco menos que inerte, llega quizás á ser un genio que asombra al mundo.

El aprieto aguijonea la voluntad, y esta desplega, por decirlo así, toda la plenitud de su poder: quiere el fin con intensidad y viveza, manda con energía á todas las facultades que trabajen por encontrar los medios á propósito, y por emplearlos una vez encontrados; y el nombre se asombra de sentirse otro, de ser capaz de llevar á cabo lo que en circunstancias ordinarias le pareciera del todo imposible.

Una nueva estacion principia en los meses de noviembre y diciembre: la vegetacion, que habia suspendido su crecimiento durante la estacion de seca, desenvuelve un tierno y lucido follage con el fomento de algunos aguaceros de primavera: la naturaleza entera desplega ostentosamente sus mas primorosas galas. ¡Cuán deliciosas son entónces las mañanas bajo la zona tórrida!

EL carbon desplega su mas admirable eficacia en el cólera asiático, cuando ha llegado al período álgido, cianítico y asfítico; cuando el pulso se va estinguiendo, que la respiracion se hace cada vez mas rara, y cuando la piel azulada y aun negruzca está marchita, fria, sin vitalidad.