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Actualizado: 22 de mayo de 2025


¿Llevó mucho equipaje?... Me dijo que pensaba detenerse varios días. , señora; llevó un mundo y dos maletas. Yo mismo las hice. ¿Y fue por fin solo?... Me dijo que quizá tendría que acompañar a unas señoras francesas... Quedóse Damián muy parado y tornó a encogerse de hombros. Demetrio le acompañó a la estación... Yo me quedé en casa. Llame usted a Demetrio... Me interesa saberlo.

Pasado algún tiempo fué nombrado visitador del arzobispado y administrador del hospital de San Cosme y San Damián, llamado de Las Bubas, cargo que el cabildo de la ciudad le concedió con general aprobación de sus individuos.

De estos despilfarros solo protestaba la vecindad con cierta disculpable envidia: lo malo era que marido y mujer no comían ni se iban de campo solos, como recién casados o amantes de poco tiempo, sino que siempre les acompañaban dos hermanos, Luis y Genoveva, de los cuales el primero cortejaba a Casilda, mientras la segunda bromeaba con Damián: si el tal cortejo era platónico y las tales bromas inocentes, ellos lo sabrían; pero un conocido que les vio merendando más allá de la Bombilla, decía que aquéllo era un escándalo, que cuando les sorprendió, Luis tenía a Casilda cogida por la cintura, y que Genoveva retozaba con Damián.

No he llamado... he repicado trescientas veces exclamó Jacobo con ira; y dominándose al punto, alargó a Damián la carta, diciendo sin mirarle: Esta carta a su destino... La llevas mismo al momento... Si no viviese allí ese... señor, que bien pudiera ser, preguntas al portero dónde se ha mudado y allí la llevas... ¿Te enteras?...

Mientras la madre pronunciaba las palabras que dejamos escritas, hecho el examen de la levita de su hijo, éste se sentó en el poyo del portal, entre las dos puertas; y limpiándose luego con el pañuelo del bolsillo el polvo de sus zapatos, replicó vivamente: Eso lo dice usted aquí porque no hay comparanza; pero si me viera al lado de don Damián como yo acabo de verme.... ¡Tisana, qué levita!...; ¡aquéllas que son costuras!... Ni siquiera se conocen.... ¡Y qué corte!

Bancos. Bancos del patio. Patio. Aposentos de cazuela. El 20 de abril de 1687 se trasladó la familia Real al palacio del Buen Retiro, y hasta el 25 de mayo, y por las compañías de Damián y de Agustín Manuel, se representaron las comedias siguientes: Abril 22 y 23. Montescos y Capuletes. Idem 24. Troya abrasada. Idem 25 hasta el 28. Jerusalén destruída. Idem 29 y 30. A un tiempo Rey y vasallo.

Púsose Damián a afeitarle como todos los días, y al sentir sobre la garganta el frío del acero, no pudo contener un estremecimiento de espanto... Un ligero golpecito, un leve movimiento, y correría la sangre, y vendría la muerte, y se acabaría la vida allí mismo, sin auxilio, sin remedio, pasando de la agonía a la sombra pavorosa de eso que llaman eterno, corriendo por Madrid la noticia del crimen de la calle de Alcalá, como había corrido cuatro años antes la del crimen impune y misterioso de la calle del Turco... Y aquel ligero golpecito, aquel leve movimiento, podía determinarlo en la mano de Damián, otro ligerito golpecito del oro de los masones.

Volvióse Jacobo del otro lado, ahogando estas reflexiones con su voluntad ya despierta, y tiró de la campanilla, murmurando entre dientes: Amar a nuestro prójimo Nos manda la doctrina, Y al prójimo en la guerra Le dan contra una esquina. Entró Damián, trayendo, como todos los días, el correo y los periódicos, que puso al alcance de la mano de Jacobo sobre la mesa de noche.

Á la buena mujer, mientras sus dos hijos comenzaban á contender en este terreno, se le iban enrojeciendo los ojos, fenómeno que, en idénticas circunstancias, había observado de algunos días á aquella parte el tío Nardo con no poca sorpresa; y sabiendo por la experiencia que si no combatía la emoción á tiempo no podría disimularla, dió al diálogo otro giro diverso, preguntando al muchacho: ¿Te dió la carta don Damián?

El bastardo de Ceuta, del licenciado Juan Grajales. La venganza honrosa, de Gaspar Aguilar. La hermosura de Raquel, de Luis Vélez de Guevara, gentil-hombre del conde de Saldaña. Dos partes. El premio de las letras por el rey Felipe II, de Damián Salustrio del Poyo, natural de Murcia. La guarda cuidadosa, del divino Miguel Sánchez, vecino de la ciudad de Valladolid.

Palabra del Dia

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